Siempre conmueve ver a alguien llorar. Y si es alguien cercano aún más. Los adultos no nos damos fácilmente esas licencias. Y menos aún en público. Por eso, ver a tanta buena gente cercana llorando a moco tendido, nos impresionó. Algo se debía estar removiendo en sus entrañas.
Hay quien se pregunta qué tiene esta mujer para arrastrar a las masas. Le decíamos el otro día que su poesía y su voz remueven el alma de millones de personas, quizás porque nos tocan en aquello que todos tenemos y que todos ocultamos. A fin de cuentas vivimos en la época del "postureo", de la risa fácil, de los selfies y los falsos "me gusta", de instantes vacíos de cartón-piedra. Pero ella conecta con nuestra vulnerabilidad. Con aquel pecadillo que no hicimos y que debimos hacer. Con aquel
niño o niña retraído o machacado a base de burlas. Con la
ausencia de los seres queridos. Con
la madre a la que tiranizamos a la vez que adorábamos. Con ese encuentro con uno mismo que siempre rehuímos o
con el mundo que nos rodea y que dejamos a nuestros hijos. Con ese dolor anclado en los tuétanos del alma que nos empeñamos en maquillar, y que necesita ser sanado.
Recital del 30/4/18 en El Pimpi
de Málaga (foto Diario SUR)
Pero para eso están las lágrimas. Para limpiar. Para hacer consciente lo inconsciente. Para sorprender a quien las guarda bajo siete candados en el pecho. No hay terapia ni psicólogo que supere unas buenas lágrimas alumbradas por una voz y un poema mágico. Un buen par de ramblas, como dice ella, cayendo por las mejillas, por mucho rimel que dejen a su paso. Para eso están también las palabras auténticas. Un buen par de versos que te desmonten por dentro, y te pongan "patas arriba" el corazón. Para llenar de cordura este mundo loco de "manadas" enfermas, de dictadores perturbados, y de consumismo fácil. Nunca hemos creído en los portadores de palabras falsas, que dicen querer dialogar mientras apuñalan por detrás; que llenan de palabrería los rencores del pasado; o que usan el verbo para encubrir sus tropelías. Las palabras son pedazos de Dios, de Alá o del Universo, da igual como lo llamemos. Requieren su espacio y su tiempo. Requieren un ritual sagrado que les permita expandirse y hacerse uno con nosotros, hacerse carne con nosotros. Y Magdalena les da ese poder.Nos daba apuro que, con zozobra, y con un pañuelo enjugando las lágrimas, tanta gente se nos acercara al final de sus recitales a darnos las gracias. ¡Darnos las gracias a nosotros! Si lo único que hacemos es compartir el enorme privilegio de tener amigos que impulsan un mundo mejor cada día. ¿Nos vamos a guardar un tesoro así? Los amigos no nos pertenecen. Tampoco las palabras. Ni siquiera los instantes mágicos.
Recital en el IES Juan
de la Cierva de Vélez-Málaga
Han sido días entrañables. Días de risas, de confidencias, de abrazos y de celebración. De poesía y de vellos de punta. De llegada de la primavera tras el oscuro invierno de la quimio y del quirófano. De celebración de la vida por encima de los miedos a la muerte. Del brotar de un pelo aún incipiente. Y de la ilusión por el aquí y ahora, por encima de hipotecas y de los vértigos de un futuro, quizás de renuncias y desapegos.Anoche nos despedíamos cenando y trasnochando juntos en familia. Uno cena en familia con quien se siente hermano o hermana, aunque no tenga la misma sangre, y sus caminos se hayan cruzado antesdeayer. Son los privilegios de las palabras sagradas y de las lágrimas compartidas. Quién sabe si un día nos harán hermanos a todos los que habitemos ese mundo mejor que tanto anhelamos.
NOTA: Iniciamos hace unas semanas el apoyo solidario al proyecto de Yide Bikoue, de nuestros amigos Herminio y Deniz en Camerún. Ya sabéis que este post se publica, como todo lo que escribimos, de forma gratuita y en abierto tanto en nuestro Blog como en nuestro Patreon. Pero si te gusta lo que escribimos, te ayuda, te sientes en gratitud, y quieres también impulsar un mundo diferente para vivir con nosotros, puedes colaborar en nuestros proyectos solidarios colaborando con una cantidad simbólica (desde 1€/mes) en nuestro Patreon Solidario.