Como todo barrio, máxime si es pequeño, sus cuatro calles están atestadas de coches que se disputan cualquier aparcamiento libre. No deja de ser una barriada dormitorio para unos habitantes que, antes que huir a esas viviendas unifamiliares más asequibles que se pusieron de moda en los años 80 del siglo pasado, prefirieron permanecer en la ciudad donde crecieron y mantienen lazos familiares. No les importaba el precio de conformarse con una zona periférica, si al menos continuaban empadronados en su ciudad natal. En este nuevo nido del extrarradio criaron a sus hijos y acabaron peinando canas hasta que, tras décadas de apenas pisarlo nada más que para entrar y salir, se convierte en refugio sosegado en el que pasear y entretener la jubilación. Y descubren que tienen un tesoro.
Como todo barrio, máxime si es pequeño, sus cuatro calles están atestadas de coches que se disputan cualquier aparcamiento libre. No deja de ser una barriada dormitorio para unos habitantes que, antes que huir a esas viviendas unifamiliares más asequibles que se pusieron de moda en los años 80 del siglo pasado, prefirieron permanecer en la ciudad donde crecieron y mantienen lazos familiares. No les importaba el precio de conformarse con una zona periférica, si al menos continuaban empadronados en su ciudad natal. En este nuevo nido del extrarradio criaron a sus hijos y acabaron peinando canas hasta que, tras décadas de apenas pisarlo nada más que para entrar y salir, se convierte en refugio sosegado en el que pasear y entretener la jubilación. Y descubren que tienen un tesoro.