Es un memorial a los cientos de judíos que fueron ejecutados a finales de la 2ª guerra mundial en Budapest: eran llevados hasta la orilla del Danubio, obligados a descalzarse (los zapatos eran un bien preciado, que podían ser utilizados por los soldados o venderse), atados por parejas y uno de ellos recibía un disparo (para ahorrar munición), de forma que ambos caían al Danubio, donde el otro moría ahogado (o ambos si el disparo no había sido mortal).
Uno se estremece al recordar esto, parece difícil que ocurrieran estas cosas aquí mismo. La crueldad humana no tiene límites. Y eso es lo que pretende recordar ese lugar, muy concurrido por turistas y por grupos de judíos que organizan pequeños homenajes al lado de la escultura.