No pocas ciudades del mundo, al menos grandes ciudades, tienen algo en común, y es un río que cruza sus calles. En el caso de Washington sería el Potomac; en el caso de Paríssería el Sena; si viajamos a Londres, el Támesis y en el caso de Roma, el río Tiber. En el caso de Dublín estaríamos hablando del río Liffey, el cual divide la ciudad en dos y separa la parte norte de la parte sur de la ciudad. Tiene su nacimiento en Sally Gap (Condado de Wicklov) y recorre 125 kilómetros hasta su desembocadura en el Mar de Irlanda. Al menos para mí es uno de los paseos más interesantes de la capital irlandesa. Es probable que muchos penséis que eso de caminar a lo largo de un río es un coñazo, pero no tiene por qué ser necesariamente así. Muy cerca de uno de los muelles uno puede encontrarse, alejándose del centro de la ciudad, la cervecería Guinness, marca conocida en todo el mundo, además de edificios como el Four Courts, sede del tribunal supremo de Irlanda; o Custom House, o Casa de aduanas, ambos edificios edificados hace más de 200 años.
Pero también pueden encontrarse pequeños rincones que poco tienen que ver con esta clase de edificios. Hay muchos casos de personas que solamente buscan edificios majestuosos, pero la capital irlandesa tiene algo más que eso. A mí personalmente me encantan esta clase de lugares, aparte de los edificios históricos. Es una de las razones principales por las cuales me encanta darme estos paseos por lugares sobre los cuales las guías no suelen hablar demasiado o posiblemente de pasada.<
Uno de estos lugares sería el Ha'penny bridge, uno de los primeros puentes que se crearon para cruzar el río, y el cual debe su nombre a que, en un principio, se tenía que pagar medio penique para cruzarlo. Sobra decir que actualmente es gratuito, por supuesto, al igual que todos los demás puentes que cruzan el río de orilla a orilla. Otro de los más famosos es el O'Connell Bridge, por el cual pasan diariamente incontables personas y vehículos. Por otro lado, si alguien se fija, verá que sus muelles tienen ciertos paralelismos con las Ramblas de Barcelona, ya que, al igual que la famosa calle barcelonesa, cada cierto espacio recorrido, éstos cambian de nombre.
En definitiva, que si el tiempo acompaña, personalmente recomiendo un buen paseo por este lugar. Una buena idea sería bajar por una de sus orillas y subir por la otra. Si tenéis la suerte de que haga buen tiempo, lo cual en Irlanda es poco menos que un pequeño lujo, podréis disfrutar de un agradable paseo.