La bodega es muy nueva si se compara con otras que se pueden visitar en Logroño, así como las máquinas que utilizan. Los barriles son de roble americano y francés y en función del vino, como ocurre en el resto de las bodegas, deben pasar más de o menos tiempo. Luego esas barricas se venden al precio de 70 euros.
En la misma cata, que se realiza en una bodega diferente de donde se embotella el vino se catan otros dos vinos que son los más conocidos de la finca, Rio Negro de 2014 y de 2015. La verdad es que la cata es lo mejor de la visita, ya que viene acompañada de una tabla de quesos y diferentes embutidos. Además, para los peques de la casa, tienen también su propia cata en la que puede beber mosto y comer quesitos, galletas o gusanitos.
Por supuesto, no os podéis ir de la bodega sin visitar el entorno, ya que justo antes de entrar existen diferentes macetas con uvas de diferentes tipos desde tempranillo y merlot. Además, tiene varios parterres preciosos e incluso los más pequeños pueden ver animales de verdad como ciervos. Toda una experiencia que recomiendo, ya que se puede ir con niños porque la visita no es excesivamente larga y los mayores pueden disfrutar de una maravillosa bodega con una deliciosa cata.