La reacción más o menos esperada ante un exitazo de taquilla es que se ponga de moda. Y, el resultado de las modas suele ser un sinfín de productos parecidos de la más variada calidad. Casi todas las películas que marcaron una época fueron seguidas por una serie de producciones de cine y TV que compartían varios de sus elementos: el tema, el enfoque, la caracterización de personajes y sus múltiples combinaciones.
Indiana Jones, obviamente, fue un caso paradigmático. Ante todo vale aclarar que Indy no fue un producto insólito. La genialidad en su gestación tuvo que ver con poder reinventar aquellos seriales de televisión con los que se había criado toda una generación. La misma generación que, en la década del 80, estaba dando el batacazo con su modo de hacer cine. La generación de Steven Spielberg y George Lucas.
Cuando los dos directores comenzaron a idear Indiana Jones, ni siquiera existía Star Wars. Pero fue el éxito de “Una Nueva Esperanza”, lo que le dio el empujón a Lucas para insistirle a su amigo con aquel proyecto del aventurero de sombrero que le había comentado años atrás. Los detalles sobre la producción de Indiana Jones son relativamente conocidos y no apuntan al foco de esteartículo, pero me permito recomendarles, si les interesa conocer un poco más de la creación de Indy, los documentales que pueden verse en la edición de DVD de la trilogía.
Y, si lo que les interesan son aspectos un poco más técnicos o menos vistos de las películas, pueden echarle un vistazo a “Great Movie Stunts: Raiders of the Lost Ark”, un documental sólo editado en VHS que puede verse completo (aunque en mediocre calidad visual) en Youtube.
Superado este intervalo con Indy, vamos a lo que vino después. Corría el año1981. El cine se preparaba para una década que hará historia en lo que a género fantástico y afines se refiere. Mientras la ciencia ficción es otra vez revolucionada por Star Wars con “Empire Strikes Back”, otro héroe con el mismo rostro de Han Solo irrumpe y pone en escena aquellas tramas fuertemente aventureras en mundos exóticos y contextos bélicos.
El cine y la TV, como quien dice, recogen el guante al instante y se instaura una moda repleta de héroes de acción autosuficientes, soberbios pero entrañables, profundamente motivados por encontrar un tesoro oculto. Las aventuras vuelven a la pantalla y así surge una Indymanía que duraría muchos años.
ALLAN QUATERMAIN, el Indy en dominio público.
Hubo algún genio encerrado en el cerebro de un productor de Hollywood que entendió que la manera más fácil de hacer un nuevo Indiana Jones era tomar un personaje que ya estuviera inventado. Aunque hacía varias décadas que H. R. Haggard había muerto, su aventurero literario de “Las Minas del Rey Salomón” había sido adaptado al cine varias veces. ¿Por qué no hacerlo otra vez?
El verosímil… también. Más allá de tratarse de una película que buscaba capitalizar el éxito de Indy, el nivel de similitudes era tan descarado como absurdo. Vale recordar especialmente la escena de acción de Quatermaine sobre un tren, en el que luego de pelear con un turco que lo doblaba en tamaño (teléfono a la escena de Indy contra el nazi grandote en el hangar), el héreoe se descuelga del tren en movimiento y es arrastrado por la formación mientras se aferra a una cadena. La escena, plano por plano, es similar a la famosa toma de Indy en el camión de “Raiders…”.
Pero la pseudo franquicia desprendida de esta película no terminaría ahí. Un año después, Chamberlaine y Stone vuelven al ruedo para la secuela, “Allan Quatermaine and the Lost City of Gold”.
En 2004 Hallmark volvió a echar mano de la historia para una reversión de “Las Minas del Rey Salomón”, en una telemovie protagonizada por Patrick Swayze en la que no faltó el sombrero y la estética Indianesca.
Pero si de aprovechar la ocasión se trata, el mejor ejemplo se dio en 2008. Ese año, no solo volvió Indiana Jones para su cuarta entrega, sino también el bueno de Quatermain. Si en 1985 no había querido ocultarse el robo ¿para qué hacerlo en esa ocasión? Así nació “Allan Quatermain and the Temple of Skulls”, que no serían de cristal pero estaban a pasitos nomás del litigio con los amigos de Spielberg. El mundo es un pañuelo.
http://www.youtube.com/watch?v=ax8k6DAxO_s
El sur también existe
No todos los rip offs de Indiana Jones se situaban en medio oriente o el mundo árabe en general. También hubo muchas versiones que tomaron como escenario exótico las selvas sudamericanas. Muchas veces, por supuesto, la ubicación exacta no era dicha, pero el imaginario colectivo llenaba los huecos faltantes. Entre las más destacadas producciones de este tipo encontramos al Indiana versionado por Michael Douglas. Su Jack T. Colton era más bien un Han Solo inserto en los escenarios de Indy. Douglas tuvo dos películas con su personaje aventurero. Primero llegó “Romancing the Stone” y, un año después, en 1985, “The Jewel of the Nile”.
Con el foco puesto mucho más en el romance entre Douglas y su co protagonista femenina interpretada por Kathleen Turner, las dos películas fueron muy populares sobre todo en las tardes televisivas de la TV abierta argentina. Probablemente muchos las recuerden con sus títulos traducidos: “En Busca de la Esmeralda Perdida” y “La Joya del Nilo”, respectivamente.
La primera entrega estuvo dirigida por nada menos que Robert Zemeckis, aunque muy por debajo de su performance posterior en “Back to the Future”. También participó Danny De Vito, quien interpretaba a un secuestrador algo torpe que operaba en Colombia. A diferencia de otras películas de este tipo, la protagonista era la mujer aunque rápidamente el foco de la acción quedaba en manos del aventurero Colton. La historia se iniciaba con la patética y solterona vida de una escritora de novelas románticas, Joan Wilder, quien viajaba a Colombia con el objetivo de liberar a su hermana secuestrada e intercambiarla por un mapa que su difunto cuñado le había enviado por correo antes de ser asesinado. Más allá del principal objetivo de aventura, la película se centraba en la relación de sus personajes principales.
El amazonas también fue un sitio sumamente tentador para que transcurrieran historias de aventuras exóticas. Y, lo que pasó en el Amazonas, se queda en el Amazonas. Hubo dos películas de contenido más adulto que se metieron de lleno en la Indyxploitation. La primera fue “The Treasure of the Amazon”, de 1985. Decapitaciones, nativas ligeras de ropa, tripas y nazis. Lo demás, queda clarito en el trailer:
Otra que siguió una línea bastante parecida pero omitiendo gore y tetas, llegó en tiempos de “The Last Crusade”, cuando la década del 80 ya empezaba a quedar atrás, fue “River of Death”, basada en la novela del escocés Alistar MacLean.
Pero la tónica del sexo libre en el mundo poco civilizado ya había sido continuada, en 1988, con “The Further adventures od Tennessee Buck”, quien tomaba la lógica del nombre Indiana Jones así como Marilyn Manson lo hizo con Alice Cooper. Tenneessee Buck era bastante más grosero, basico y peludo que Indy y tendía a meterse en problemas con los caníbales. Al menos eso dicen de la extraña edición extendida de esta película, que supuestamente suma algunas escenas de dos minutos con los siempre presentes antropófagos del cine clase B, en una presunta escena de violaciones y otras cosas que harían sonrojar a Spielberg.
La conexión europea
Italia, centro mundial del cine hecho para currar con éxitos de Hollywood, no dejó pasar la oportunidad de inventar sobre la marcha a aventureros que se internaran en anónimas selvas para desenterrar tesoros antiguos. Hubo muchas y muy varias películas tanas que quisieron sacarle jugo a la Indymanía.
En 1982 vio la luz “Hunters of the Golden Cobra”, el título internacional para ” I Cacciatori del Cobra d’Oro”, dirigida por un viejo conocido de este tipo de films, Antonio Margheritti. El sentido homenaje a las aventuras de Indy se veía no sólo en los contextos exóticos en los que el héroe de a pie desarrollaba sus aventuras, sino también en la inclusión de elementos sobrenaturales para darle un giro especial a los tesoros tras los cuales iba el cazafortunas de turno.
En 1983 Margheritti se fue a filmar a Turquía y de ahí salió “The Ark of the Sun of God”, que puede verse completa aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=pPP3A_gh3qs
Margheritti tuvo una tercera ocasión de llevar la acción exótica a cabo en “Jungle Raiders”, de 1985. En esta película contó con la actuación de Lee Van Cleef inolvidable rostro de “El Bueno, el Malo y el Feo”.
Un año después, aunque fuera de la incontinencia creativa de Margheritti, llegaría “Mines of Kilimanjaro”, situada en 1930 y entre tribus africanas. El protagonista, en una estética nunca tan Indianesca, tuvo un poster promocional que dejaba bien en claro por dónde venía el tema:
A Asia también llegó el oleada de héroes. Así como la segunda película de Indiana Jones se situaba en la India, ese país tuvo su versión aventurera con la co producción “Bloodstone” en 1988. La historia arranca en el siglo XVIII con el robo de un diamante mágico indio por parte de los ingleses. En la India actual arranca esta historia de aventuras de la que sobreviven unas cuantas escenas online:
Caras conocidas
Además de Michael Douglas, hubo otros viejos conocidos que interpretaron héroes de acción al estilo Jones. Uno fue el infaltable Chuck Norris, que tuvo su dosis de aventura exótica en 1986 con “Firewalker”. Por primera vez en su carrera, Chuck agregó la faceta cómica a sus personajes duros. Al igual que lo ocurrido unos años antes en “Missing in action”, se le volvió a criticar la dosis de plagio. En el caso de “Firewalker”, la inspiración estaba a media camino entre “Raiders…” y “48 Hours”.
Otro actor de renombre que aprovechó la coyuntura aventurera fue nada menos que Tom Selleck. Él no era solamente el protagonista de “Magnum PI”, sino también el Indy-que-no-fue. Se sabe que era el actor elegido para interpretar al arqueólogo de la doble vida concebido por George Lucas, pero fue justamente “Magnum” lo que le hizo declinar la oferta para “Raiders…”. No sabemos si Tom Selleck se lamenta haberse perdido de ser Indiana, pero en más de una ocasión Harrison Ford le agradeció pública e irónicamente haber dado un paso al costado.
Del Indy versión Selleck todavía quedan algunas pruebas de cámara y vestuario:
En 1983 llegaría la oportunidad de Selleck de interpretar a un aventurero durante la Primera Guerra Mundial. En su caso, se trató de un aviador que ayudaría a una chica de la alta sociedad. Así como a Selleck se había escapado el papel de Indiana Jones poco antes, logró hacerse con el protagónico de “High Road to China” en lugar de Roger Moore, para quien estaba pensado el papel inicialmente. La película está pronta a editarse en DVD en Argentina, a través de una colección de films bélicos de AVH.
Más acá en el tiempo, hubo otros que debieron construir héroes de aventuras clásicas a la sombra del imaginario Indy. Un caso paradigmático fue el de la saga “The Mummy”, iniciada en 1999, en el que el personaje de Brendan Fraser le debía bastante a la construcción del personaje a cargo de Harrison Ford. Otras películas que supieron rendirle homenaje fueron las “National Treasure”, con Nicholas Cage a la cabeza. Ejemplos así, de personajes que siguieron la línea Indy aunque con películas que, más alejadas en el tiempo, no tenían el objetivo de abiertamente robar con la moda, hubo muchas otras. No es para menos, Indiana Jones marcó un modo de hacer películas de aventuras actuales así como estableció ciertas pautas en sus principales personajes, siempre bebiendo, a su vez, de la tradición del género que le precedió.
And the winner is…
Hasta acá, nombramos unas cuantas de las muchas producciones que se realizaron aprovechando la moda. Sin embargo, hay un caso especial en el que no resulta justo meter a todos en la misma bolsa. Me refiero a “Tales of the Gold Monkey”, una serie de la ABC que contó con 21 capítulos, una única temporada, y una identidad propia que la hace especial.
Es verdad que tenía muchas similitudes con el espíritu de Indiana Jones. Transcurría en la Segunda Guerra Mundial, sus escenarios eran islas exóticas y salvajes, la trama estaba llena de espías, nazis y espías-nazis, su protagonista era un alocado aventurero que no lo pensaba dos veces antes de saltar de un avión en pleno vuelo o medirse a trompadas con cualquier contrincante.
Definitivamente, el público de los 80 era perfecto para una historia de intrigas internacionales con pequeñas escenas cargadas de acción, sólo que la TV estadounidense sólo se dio cuenta de ello después de que Indy se estrenara. Cuando finalmente la cadena le dio el OK a Bellisario, éste trató de llevar a la pantalla un producto fresco y original, aunque los paralelismos con “Raiders…” iban a ser inevitables.
De hecho, la gente de ABC quería que se parecieran lo más posible, porque la intención ante todo era hacer un rip off. Más allá de eso, “Tales…” supo abrirse camino por sus propios medios, con un programa fabuloso, lleno de acción de la buena y personajes tan simples como memorables. A esto se le sumaban muy buenas actuaciones de Stephen Collins, Jeff MacKay, Caitlin O’Heaney, Roddi McDowall y, principalmente, Leo, el perro-actor que interpretó a la mascota del equipo.
“Tales…” tenía lugar en la ficticia isla Bora Gora y sus protagonistas eran un intrépido piloto de avión llamado Jake Cutter, la espía norteamericana Sarah Stickney White, el fiel mecánico Corky y Jack, el genial perrito con parche que, sin dobles de acción, participaba de todos los capítulos con una destreza pocas veces vista en pantalla por un canino.
En la edición de DVD que existe de la serie (sólo editada en EEUU), los actores y productores hacen un interesante repaso por este show televisivo que supo captar con mucha inteligencia las tendencias de ese momento y darle forma a una historia sólida y atrapante.
Muchas veces se dijo que Indiana Jones podría haber tenido muchas películas más y que el universo Indy era absolutamente plausible de ser extendido tanto hacia el futuro como en el pasado. Más allá de recomendar las novelas, comics y la serie “Young Indiana Jones Chronicles” como modos de conocer mucho más de la vida de Indy, también vale recomendar “Tales of the Gold Monkey” como una experiencia que, aunque más humildemente, nos lleva a experimentar esa dosis de aventura inocente y alocada de las películas de Spielberg. Así que, si de rip offs decentes se trata, sin lugar a dudas Jack Cutter y sus amigos se llevan el triunfo arrasador.