Mas o menos por estas fechas, hace un año, estábamos terminando de organizar lo que sería nuestra escapada a los Pirineos catalanes, ¿recordáis nuestro post sobre Vall de Nuria?, bien pues hoy me he puesto a recordar para que más dio de si nuestra pequeña aventura rural.
Después de valorar todas las opciones de alojamiento que teníamos a nuestro alcance, decidimos que esta fuese en la localidad de Ripoll, provincia de Girona, pues aunque nuestro principal interés era subir a la estación de esquí de Vall de Nuria, nos apetecía conocer la zona y hacer otro tipo de actividades. Ripoll está en el centro de la comarca del Ripollés por lo que así si nos daba tiempo podríamos conocer otras estaciones de montaña, parques naturales o visitar otros pueblecitos de la zona.
Para llegar hasta allí, en nuestro caso, optamos por el tren de cercanías que cogimos en Barcelona y que nos dejó en la parte más nueva del pueblo.
A la hora de buscar donde dormir, en la zona hay variedad de casas rurales, no tanto en cuanto a hoteles; nosotros nos decidimos por el Hotel La Trobada, situado dentro del pueblo, fue por esta razón por la que lo escogimos. Se trata de un hotel pequeño y sencillo de trato familiar aunque con precios algo elevados en mi opinión, imagino que por ser pleno puente de diciembre.
En cuanto a dónde comer probamos en cuatro restaurantes de los que mencionaré a dos de ellos; uno el propio del hotel La Trobada donde probamos una estupenda parrillada de carne hecha a la piedra. Pero el que sin duda destacaría sería el restaurante El Molí, donde además de brindarnos una gran atención, pudimos probar la riquísima gastronomía catalana elaborada con productos de la zona.
Para conocer el pueblo paseamos por sus calles tranquilas, conocimos algo de su historia como que aquí se encuentra el Monasterio de Santa María de Ripoll, considerado como uno de los monumentos de estilo románico más importantes de Cataluña, nos contaron la curiosa historia de la "calle perdida" y contemplamos los dos ríos que cruzan la villa, el Ter y el Freser, que le dan aún más ese aire típico de pueblecito de montaña
Pero sin duda la actividad estrella en Ripoll fue hacer senderismo por La Ruta del Ferro, esta vía verde debe su nombre a la importancia que tubo en esta zona las forjas de hierro y la extracción de carbon. Este antiguo trazado ferroviario une Ripoll con Sant Joan de les Abadesses. imaginaos la postal, todo verde y rodeado de árboles y con el sonido del agua del río corriendo a nuestro lado, precioso... Como podéis ver resulta idear para ir con niños pues el terreno es firme y apenas tiene desnivel, además con un poco de suerte os podéis encontrar con animales pastando que eso siempre les gusta a los peques.
Hasta aquí la crónica de nuestra visita a Ripoll, ¿conocéis esta zona?