Riquelme abrazándose con Cvitanich, autor del 1-0 parcial
Parece mentira que lo critiquen por su juego. Que digan que es un “pecho frío”. Porque, probablemente, de no ser por él (y también por otros jugadores de una estirpe parecida a la suya), la liga argentina tendría un nivel aún más bajo del que tiene. De hecho, fue la figura de esta noche en el partido entre su Boca y Olimpo en La Bombonera.
Era un tanto raro que Boca fuese el que abra el torneo, pero los compromisos por la Copa Libertadores (jugarán frente al Zamora en Venezuela) hicieron que fuese hoy la fecha elegida para el tan ansiado debut. Boca jugó, o al menos intentó hacerlo, como siempre: amparándose en su confiable defensa, y apostando a la contundencia de sus delanteros. Al principio no se sintió cómodo, pero con el correr del tiempo se hizo dueño de las acciones.
De hecho, las seis chances de Olimpo, de las cuales sólo dos fueron al arco (sendos disparos de Rolle -a los 18 segundos- y Franzoia, ambos atajados por Agustín Orión), todas sucedieron durante el primer tiempo. Por su parte, Boca recién empezó a llegar al minuto 20 de la mitad inicial, haciendo que paulatinamente revierta la situación que estaba viviendo.
El mejor momento del partido fue, casi sin dudas, cuando en el minuto 21 del complemento Juan Román Riquelme paró la pelota, y confundió a toda la defensa bahiense, que se movió como si fuese una coreografía. Ese movimiento colectivo dejó solo a Mouche, y Román, casi como de costumbre, le dio la pelota para que anote el 2-0. Luego de que el enganche xeneize saliese reemplazado (Julio César Falcioni aclaró que era para preservarlo físicamente), el periodista Juan Pablo Varsky publicó en su cuenta de Twitter:
Sale Riquelme. Ha terminado el partido para mí. Con todo el respeto por los 22 que siguen jugando en Boca-Olimpo, ahora son todos iguales.Razón no le falta. Es porque, más allá de sus problemas físicos que lo tienen a maltraer, es un jugador distinto a casi todos los que forman parte de los 20 planteles de Primera. Es una bocanada de aire puro en el maltrecho fútbol argentino. Por eso hay que disfrutarlo, en lugar de discutirlo, más allá de la típica chicana entre hinchas de distintos equipos.