Ya son muchos los días que me siento derrotado,
ya no alcanzo a imaginar el violeta de mi poniente
favorito, aquel que se pone en noviembre quizá porque
sea el color que más me gustaba de tu sujetador, ni siquiera
recuerdo el sabor almendrado de tus senos. Estos deli-
rios no son como los bellos delirios de juventud en los´
cuales me imaginaba que el mundo no tenía más límites
que los que yo le ponía, ni barreras que ahora intento´
soslayar como de niño jugando en el patio de mi recreo.
Me pesa el aire, el mismo aire que me permite vivir, el
mismo aire que un día fue oxígeno vital para amarte, para
amarme, para amarnos.
Escribió Borges en 1964 "ya no es mágico el mundo", y
así me siento yo vacío como la desazón de un desamor;
acaso necesito bañarme en el río de Heráclito para ser de
nuevo.