La fórmula no es nueva, sólo el nombre que evoca un estilo de sofá bastante hortera para los tiempos que corren y que no conduce a ninguna parte. Más que “Viajando con chester” habría sido más apropiado titular al programa como “Arrumbados sobre el chester”, para prevenir la sensación de pérdida de tiempo que derrocha este canal de televisión en vez de ofrecer un espacio informativo de entrevistas que esté al nivel del ciudadano medio, no al que está acostumbrado este conductor, famoso por sus broncas de estercolero en concursos que buscan el espectáculo más arrabalero.
No cabía esperar otra cosa y seguramente el propósito de Viajando con chester no sea el de competir, aunque coincidan en la franja horaria, con el Salvados de Jordi Évole, que multiplicó por tres la audiencia del primero. Pero si como espacio informativo no tiene ubicación, como programa de entretenimiento es sumamente aburrido. A mi, al menos, Risto me aburre, especialmente cuando se disfraza de intelectual.