Estamos a principios de los años 70 y en el poderoso equipo Salvarini, cuyo líder Felice Gimondi es uno de los ciclistas más renombrados del mundo, aparece un corredor que resulta exótico por su procedencia. Se llama Cochise Rodríguez y es colombiano, tez morena, poderosas piernas. El primer ciclista de esa nación que corre en España es, paradójicamente, un potente contrarrelojista que domina bien el esfuerzo en la pista y que llegó a vencer en un Trofeo Baracchi, antigua contrarreloj por parejas, junto a su jefe de filas.
Pero pese a ser el Cochise el pionero el definitivo desembarco colombiano llega a principios de los años 80 y con un aspecto totalmente diferente. Goddet hace del Tour de Francia una prueba open para poder contar en la misma con los poderosos escaladores que comienzan a surgir en el altiplano colombiano casi sin esfuerzo. Así el Tour de 1983 ve por primera vez cómo un equipo colombiano corre la carrera más importante del mundo. Es el comienzo de una leyenda, la de los escarabajos.
Quintana: resurgimiento
Pronto el ciclismo colombiano empieza a cosechar éxitos a través de ciclistas tan recordados como Fabio Parra, Patrocinio Jiménez, Pacho Rodríguez y, sobre todo, Lucho Herrera, la primera gran estrella de aquel país. Y siempre con el mismo estilo. Ciclistas delgados, finos, que subían como los ángeles arrastrando desarrollos imposibles para los europeos y naufragaban en las etapas llanas y en las cronos, en parte por falta de fuerza en el plano y en parte por una absoluta disposición anárquica viendo las carreras. Ciclistas callados, la mayoría de ellos muy serios, que se tomaban el deporte como una profesión, que provenían en muchos casos de circunstancias desfavorecidas, y que asombraban por su fuerza y combatividad. Varios son los hitos de los colombianos en Europa desde que Lucho Herrera ganara en Alpe d´Huez en 1984 con el maillot del Café de Colombia. Así el jardinerito fue el primero en alcanzar la general de una grande, tras el pódium de Pacho Rodríguez en la Vuelta, al ganar la ronda española en 1987. También fue el segundo ciclista de la historia en vencer en el gran premio de la montaña de las tres grandes vueltas. Fabio Parra, más serio y circunspecto que Herrera, también más fiable y astuto en carrera, alcanza el pódium del Tour en 1988 y es segundo en la Vuelta de 1989, siempre detrás de Perico Delgado. Es esta carrera la que ve seguramente la mejor actuación colectiva de los colombianos, con etapas de montaña donde el ciclista español se veía rodeado de escarabajos por todos los lados. Igual que en el histórico tour de 1985, donde cada vez que la carrera se empinaba los ciclistas colombianos aparecían por doquier.