La señora Sigsby, la directora, y el resto del personal se dedican a aprovecharse sin compasión del talento paranormal de los chicos. Si te portas bien te premian. Si no, el castigo es brutal. Luke se da cuenta de que las víctimas van desapareciendo y son trasladadas a la Mitad Trasera, así que se obsesiona con huir y pedir ayuda. Pero nunca nadie ha escapado del Instituto...
CRÓNICA SENSIBLE
No nos sorprende Stephen King con esta nueva novela, pero he de reconocer que, de los últimos años y dentro de su prolífica producción de textos, estamos posiblemente ante la más destacada por tono, estilo y desgarradora contundencia.
Es verdad que Mr. King está en una transición para desligarse del término «especialista del terror», y se multiplica en géneros que siempre ha trabajado entre líneas o tramas. Y dentro de esos multilanzamientos hemos tenido de todo, a mayores y menores niveles, según gustos personales. Pero esta obra resulta impecable.
Narra la historia de unos niños de presuntas capacidades especiales, como la telequinesia y la telepatía, que son descubiertos ya en su nacimiento por una cepa del gobierno debido a unas pruebas y lecturas muy dudosas, para captarlos ya en su infancia gracias al secuestro y erradicación de sus familias. Tan crudo como suena. Para encerrarlos en el Instituto. El centro del horror. Donde son sometidos, sin delicadeza o miramientos, a unas pruebas para testar y potenciar esas capacidades. Y usarlas para salvar el mundo.
Literal.
Dentro de este argumento, y con sus habituales descripciones exhaustivas, aunque esta vez más incidiendo en los perfiles de los personajes y no en entornos que sí atmósferas, nos cuenta la historia de uno de esos incontables grupos de niños retenidos y usados contra su voluntad. Su periplo vital, sus relaciones y adaptación, su resistencia a las torturas, y cómo deciden fugarse. En caso de ser posible tal hazaña.
Esa capacidad de Stephen King para meterse en la piel y pensamiento de un niño es brutal. Produce una empatía y una sensibilidad tremendas que te mecen, que te navegan por la novela a través de una ola y una brisa. Es imposible no sentir prácticamente todo y cuanto sienten esos infantes, establecer vínculos tal y como ellos los generan entre sí mismos.
Porque trata a los niños como los adultos que son. El narrador lo hace. Entre ellos también. Y el lector no tiene otra opción. No son débiles, no son bebés. Y no reaccionan tal cual. Lo que nos evita escenas y momentos pusilánimes, sin parapetarse o aprovecharse de la pena per se.
«Somos niños, vale, pero… ¿¿¿cómo podemos salir de esta jodienda???».
Así funcionan en realidad, por mucho que los adultos quieran negarlo, igual que lo niegan sus cuidadores, doctores, torturadores. Son mucho más listos los niños y niñas, y no se suelen describir bien, porque es difícil y además se utilizan como herramientas. En esto resulta ejemplar este texto.
Sin dejar el autor de usar sus conocidos trucos y mecanismos comunes, muy funcionales aquí para lo destacado, y que consiguen atarte a la novela. Con esos pasos atrás y adelante. No dejándose nada. Mostrando el núcleo y raíz de toda esa funesta organización, sus quiénes y porqués. O casi todo…
Aunque eso se convierte en arma de doble filo. Intuyo una corriente actual que nos está ofreciendo a los lectores demasiados finales para los textos (finales, que no epílogos, que son cosas bien distintas). En algunas ocasiones, un clímax que oculta luego un segundo desenlace. En otras, un final quizá precipitado que trae una vuelta a la calma demasiado extensa y que desmerece lo contado anteriormente.
No peca en exceso y se agradece, quizá, esa explicación final (que puede ser preludio de continuación o incluso saga, porque queremos saber, y no podrá evitarlo el autor, es su naturaleza). Aunque habría preferido, de nuevo gustos personales, haberlo integrado de otra forma en la novela. Y no usar ese recurso narrativo en tres fases.
Pero la novela en su completo, personaje a escena, es un compendio de cómo escribir. Se mete bajo la piel, y la añoras cuando termina. La tristeza de lo y los perdidos. El consuelo y brote de esperanza por quienes consiguen sobrevivir. Y el trasfondo de amenaza global.
Una estupenda novela que debo recomendar. Porque se devoran sus tropecientas páginas en un par de sentadas.
¡Haceos con ella!
FICHA TÉCNICA
Novela: El Instituto
Autor: Stephen King
Editorial: Plaza & Janés
Género: Suspense
Extensión: 608 páginas