CRÓNICA EN EL BARRO
Leo mucha novela donde la trama es el eje principal y los personajes obedecen y bailan a su son, con más o menos importancia. O nadan en la atmósfera. También obras de protagonista único que se sirve del texto para exhibirse. Unidimensionales.
Aquí disfrutamos de una conjunción de personas, personas reales de una era mítica, coral, amplia, rica en matices. Con sus propias voces bien diferenciadas. Que chocan. Y sin miedo al exterminio. Porque además no elige Abercrombie, sino que añade también la trama y la atmósfera en súmmum.
Una virtud, no cabe duda.
Abercrombie es un genio en el manejo de los hilos, incapaz de contar una historia simple sin adentrase e implicarse con sus raíces y darles voz a los protagonistas, sea una frase o doscientas páginas.
Aquí, además vemos un baile paralelo en la distancia para con varias de las parejas entrelazadas. Unos rasgos comunes en rivales enfrentados que se reconocen en la intimidad. Una mentira descarnada en la impostura que representan o a la que aspiran. Cada uno de esos hombres y mujeres se gana con sangre su participación en la obra. Unos en el septentrión, otros en la capital y algunos más en el sur.
Ya de inicio, vuelvo a saborear el barro, las trincheras, en el añorado norte. Pero no es esta una trilogía como la primera donde el destino se decide a cuchillo. El mundo ha seguido adelante y ha relegado a los viejos héroes a la categoría de leyendas o, en el mayor y peor de los casos, figuras decorativas, apenas vestigios. Ahora el poder está en la industria. Evolución.
Y vemos cómo los hijos de aquellos que protagonizaron el pasado han tomado el control con más o menos acierto. Mientras esos ancianos se resisten al paso del tiempo. El acero deja paso a las negociaciones. El comercio es la nueva contienda. ¿Veis los paralelismos? Se dibujan con mordaz crítica social.
Pero que no haya gritos de alarma. Hay verdadera guerra, acero contra acero. Planificaciones. Cargas. Duelos en el Círculo. Traiciones. Además de terribles rebeliones. Nuevos grupos de fanáticos, asociaciones políticas que buscan medrar en sus intereses y adoptar a los ineptos poderosos, que viven en sus cárceles de ínfulas mentales.
Y entre esos mundos se mueven los ejes centrales:
Ø Rikke, maravillosa, dura, certera, y no solo por el Ojo largo.
Ø El joven León. Todo prepotencia y ambición sin cerebro.
Ø El príncipe borracho y todo lo que oculta.
Ø Savine, hija de quien es.
Ø Stour Ocaso, mucho más interesante que su simpleza orgánica.
Ø Vick, con mil caras.
Ø Broad, un monstruo contenido entre hombres.
Ø Isern, profética y pragmática protectora.
Ø Trébol, el sabio oportunista.
Ø Zuri, la misteriosa ayudante de cámara.
Y así un sinfín. Múltiple el reparto, profundo, realista.
Realmente, pese a las diferencias entre los intérpretes, están hermanados en vicios o ambiciones, en pautas, en su exuberante juventud. Y dentro de sus virtudes y defectos, el autor consigue que puedas acercarte a unos u otros de alguna manera, empatizar (excepto con Leo, imposible para mí).
Y las peleas, sean de a dos o de a miles, brutales coreografías de verbo. Rápidas. Fugaces. Sucias. Con detalles magníficos. Todo y cada cual tiene su momento de gloria y caída, dejándote además penetrar en sus pensamientos e interioridades justo antes. Lo que nadie sabe ni nadie cuenta. El miedo. La duda. La cobardía. El valor. La inconsciencia. La nostalgia. La locura…
No ha perdido el toque Abercrombie. Lo malo, que todas las novelas lo tienen, es que deja con ganas de más. Coitus lector interruptus. ¡A escribir, amigo!
Una gran novela y arranque de saga, que recupera a viejos compañeros, y nos muestra el futuro que se abre para este duro mundo de fantasía.
Pd: Me he permitido el lujo de adaptar algunas de las formas de contar batallas de este genio e integrarlas en mi propio estilo. Quienes me leáis, lo veréis. Será una grata sorpresa… Le quedo agradecido por siempre inspirarme a escribir, señor Abercrombie.