RITUAL ROMÁN XVII: LAUBURO (Nahikari Diosdado - Cerbero)

Publicado el 02 marzo 2020 por Dentro Del Monolito @dentromonolito
LAUBURO (por Román Sanz Mouta)


Barasoain, año 1600. Hacinadas en una minúscula y oscura celda, cuatro mujeres esperan a ser torturadas, interrogadas y juzgadas por brujería. Su culpabilidad real es irrelevante, por lo que no tienen nada que perder. Si los hombres de la inquisición quieren que se comporten como brujas, así lo harán. Incluso si arden en el proceso. 
Hernani, año 2019. Después de cuatrocientos años separadas, Milia, María y Epifanía vuelven a estar juntas. Parece que al fin podrán hacer lo que les dé la gana, vivir tranquilas y ver telebasura juntas, pero el destino (y los nazis) tiene otros planes para ellas.
Porque si la cagas una vez en el 1600, las consecuencias te persiguen todas tus vidas.

CRÓNICA
Entramos en una novela sobre brujas del norte, un tema antiguo y a la vez novedoso, porque todo lo que se cuenta son rumores o leyendas. Conocemos su historia dual a través de unas voces que nos cantan sucesos oscuros desde el pasado donde gobernaba el fuego, y unas hechiceras de incontables vidas que habitan el presente conocido. Se siente raro porque, debido a tanta muerte y renacer, se extravían las tres protagonistas, que tardan en reencontrarse gracias a las herramientas virtuales de nuestra era. Y que revierten a una pubertad de libre albedrio. Al menos en ese primer tercio de la novela, ligera, humorística y sin eventos de trascendencia más allá de las disputas dialécticas.
Pero cambia. Las brujas pasan de comportamientos caprichosos a tomarse en serio sus vidas (esta al menos), con personalidades casi intercambiables excepto en su motivación y anhelo. Aunque me falte contexto en esa magia brujeril, de cómo y qué han hecho, antes y ahora, por qué están aquí, qué tienen de especial. Lo vamos comprendiendo a medida que avanza la obra. ¿Son realmente brujas?
Lo que se determina, y lo confirma la autora, es que son mamarrachadas premeditadas. Y conviene prestar atención a los detalles ya que, dentro de esa supuesta levedad, trata temas interesantes como la importancia que tiene la vida, la trascendencia que le concedes si sabes que vas a resucitar una y otra vez fuera de consecuencias a tus actos precedentes. Ese revertir a una adolescencia consensuada independiente de sus edades y cuerpos es cuasi mejor resolución que convertirse en cualquier otra cosa que acarree responsabilidad. Simplemente quieren vivir y despensar, divertirse tras evos de oscurantismo, quizá en ausencia de un nexo, un vínculo real que las una en las mareas del tiempo más allá de un sacrificio de sangre que en sí las hace indivisibles y magnéticas, polarizadas.
Con todo, se reconoce el estilo de la autora, sobre todo en el sentido del humor, en la agilidad del texto y en ciertos párrafos brillantes. Pero me parece algo inconexa. Carece del desarrollo de los personajes para crear empatía, y sostiene un tono, sobre todo en los diálogos, muy infantil para las edades que profesan (intencionado por lo antes comentado). Y contrasta con ese otro tono que cuenta el pasado, mucho más certero y profundo.
Creo que le faltan capas, que podría haberse sumergido más en esta historia, entrar en los personajes para entender sus idiosincrasias, jugar algo más con esa atmósfera del norte y las diferentes épocas de la novela. También es cierto que la obra sube su intensidad rítmica cuando se reconoce al verdadero enemigo, girando la trama para mostrar sus cartas, de ahora y siempre, y tanto la prosa como las protagonistas se ponen severas y muestran una cara que engancha a la par que da miedo.
Y sí resulta afilada su crítica social, esos villanos de tebeo que tristemente cada vez son más reales y están más presentes en las calles e instituciones, rigiendo por el miedo, imponiendo su voluntad; prejuicios y deseos que chocan con las libertades ajenas. Amistad, sacrificios y reencuentros, ese es el tema central.
Siendo una lectura entretenida y sin pretensiones, palidece ante Desollada (obra mayor y portentosa) o Mamá el cerdo me mira mal (que se define en género con la voz y concreción que requiere). Tema de gustos personales y de la expectativa que tenía tras leer las obras comentadas.
Pd: tras lo argumentado, que pueda parecer una crítica, aún pienso en partes específicas de la novela… Y me gustaría que Nahikari Diosdado retomase el tema en un futuro, más orientado al terror puro.