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Son muchas las fiestas a las que hemos asistido y siempre, salvando poquísimas excepciones, el proceso es el mismo. Llegas, saludas al cumpleañero y entregas el regalo que con cortesía agradece colocándolo en la mesa decorada con diferentes artesanías que rematan con la gran torta de cumpleaños. Saludas ceremonialmente a uno por uno de todos los invitados, que dispuestos alrededor de una sala adaptada como pista de baile esperan el turno pacientemente para que uno de los anfitriones ofrezca cualquier bebida de bienvenida, en el caso mas frecuente cerveza, sin importar que esté fresquita o natural, la cual se termina de un trago devolviendo el vaso al ofrecedor para que continúe el recorrido. Ofensivo sería dejar a medio el trago, el vaso se devuelve siempre vacío.Dicho ritual lo realiza el encargado portando la botella con un solo vaso que ofrece a todos y cada uno de los asistentes, mientras otro de los anfitriones obsequia una bandeja de caramelos, bombones, o cualquier snack como aperitivo.
Irremediablemente se continúa sentado departiendo hasta que uno de los anfitriones decide que ya están todos los invitados y comienza a servir un plato del omnipresente arroz suelto con un presa de pollo, hecho al estilo seco o asado, que comemos en nuestros sitios al pulso, casi nunca reunidos alrededor de una mesa. Regado con cola, horchata caliente, o fresco –agua con polvo de cualquier sabor que viene ya azucarado y con colorantes artificiales- se apura hasta el último de los granos de arroz concentrado en que el plato no se te caiga –al menos en mi caso-.
Comienza el obligado baile sin parar las rondas de cerveza que te ofrecen cada vez más frecuentemente para ir entrando en la desinhibición de la salsa, merengue, vallenato, cumbia y tecnocumbias propias, pero eso sí, siempre bailando en pareja, en ningún baile popular o discoteca he visto bailarines solitarios, a lo máximo dos mujeres bailando juntas. Por lo general si no bailas o no tienes pareja para bailar te quedas con los restantes tomando –bebiendo-.
Después del extenso baile, donde todos muestran lo mejor de su repertorio, llega el momento de abrir los regalos, todos debidamente marcados con su correspondiente remitente, y a soplar las velas con los acordes del internacional “cumpleaños feliz” para una vez apagadas entonar el famoso y tradicional “te estas poniendo viejito…”.El ritual de la torta termina con el protagonista mordiéndola mientras el mas espabilado de los acompañantes empuja su cabeza para manchar su cara lo máximo posible. El chiste del acto es adivinar quien de los cercanos te dará el envite que te dejará repleto de merengue con el que comienzan las fotos con todos y cada uno de los invitados.
Una vez acaba la degustación de la torta –normalmente el último acto- comienza la dispersión de los asistentes para quedarse los mas cercanos y los “superclase” del trago, a los que no importa que llegue la amanecida con licor mas fuerte –Cantaclaro y Whisky son los mas comunes en la zona- sin la certeza de cuando acabará realmente la celebración.