La historia sigue los pasos de John River, un detective londinense con problemas mentales que, tras ver morir a su compañera, empieza comportarse de manera más excéntrica de lo habitual lo que pone en apuros su puesto de trabajo y su futuro en el cuerpo. John está empeñado en resolver el asesinato de Stevie, su compañera, cuyo fantasma -aunque él lo llama manifestación- le acompaña a todas partes. Stevie, personaje luminoso a pesar de su trágico final, no es la única manifestación – o fantasma- que acecha a River. Varias víctimas le visitan a lo largo de los seis capítulos de la primera temporada, como el joven traficante que muere en los primeros compases del primer episodio o el obrero que deja atrás mujer e hija. Sin embargo, el más peligroso de todos ellos es Thomas Neill Cream, interpretado por un Eddie Marsan muy alejado del señor Norrell con el que le descubrí hace poco. Esta manifestación empuja a River hacia lugares muy oscuros, burlándose de sus intentos por aparentar normalidad y equilibrio.
Frente a él tenemos a Nicola Walker, una actriz a descubrir, que interpreta a la desaparecida Stevie, una jovial y alegre manifestación de los recuerdos que River guarda de su compañera. Desde el primer capítulo sabemos que Stevie solo está dentro de su cabeza y que su carácter y reacciones son aquellas que él orquesta. Sin embargo, Stevie consigue brillar y destacar como personaje porque es dulce pero también dura, porque es inteligente pero alocada, porque se preocupa por su compañero y por los suyos. Puede que lo que vemos no sean más que recuerdos, los buenos, los mejores, pero esa visión te ayuda a entender por qué él la quería tanto y por qué le cuesta tanto dejarla marchar.
Los seis capítulos de la primera temporada de River forman un todo cerrado, el misterio del asesinato se resuelve y no hay flecos sueltos. Digo esto porque creo que la serie no necesita una segunda temporada, ya han contado todo lo que tenían que contar sobre John River y Stevie; reconozco que no me importaría volver a ver a Stellan en la piel de este personaje pero cuando una historia cierra de manera acertada su ciclo vital no es necesario alargarla. Sería terrible que River acabara convirtiéndose en un cliché.