Ahí queda el pacto anticorrupción firmado en Andalucía entre PSOE y Ciudadanos, del que hablamos en mayo del pasado año, aquí tenéis el enlace. Un acuerdo que recoge diez puntos, de los que al menos siete no pueden aplicarse en Andalucía, porque requieren de una normativa de ámbito nacional. Así de alegre firmó el pacto la corrupta de Susana Díaz, sabiendo que el 70% del acuerdo no se podía aplicar. Y cuando leo en prensa la propuesta que le hace Albert Rivera a Pedro Sánchez para lograr un acuerdo de Gobierno me viene a la mente lo ocurrido en Andalucía, pues el acuerdo que pretende cerrar el naranjito con el socialista es estéril sin el apoyo del Partido Popular. Porque lo que pretende Ciudadanos es un acuerdo para reformar la Constitución, algo que no se puede hacer sin contar con la mayoría absoluta de los populares en la Cámara Alta. Entonces, ¿a qué juega Albert Rivera? Pues juega al mismo juego que siguieron en Andalucía; a proponer acuerdos inútiles con una palabrería muy bonita. Porque para esos acuerdos se necesita del PP. Por eso, si yo fuera Pedro Sánchez, aceptaría esas propuestas, porque del PSOE no dependen, igual que no dependía de Susana Díaz el acuerdo firmado en Andalucía. En realidad, lo que aquí ocurre es que todos están pensando en junio, en unas próximas elecciones generales, aunque el guión del bien queda no les permita reconocerlo. Y esta jugada de Ciudadanos va en ese sentido, porque es inviable. Y Rivera lo sabe.
Ahí queda el pacto anticorrupción firmado en Andalucía entre PSOE y Ciudadanos, del que hablamos en mayo del pasado año, aquí tenéis el enlace. Un acuerdo que recoge diez puntos, de los que al menos siete no pueden aplicarse en Andalucía, porque requieren de una normativa de ámbito nacional. Así de alegre firmó el pacto la corrupta de Susana Díaz, sabiendo que el 70% del acuerdo no se podía aplicar. Y cuando leo en prensa la propuesta que le hace Albert Rivera a Pedro Sánchez para lograr un acuerdo de Gobierno me viene a la mente lo ocurrido en Andalucía, pues el acuerdo que pretende cerrar el naranjito con el socialista es estéril sin el apoyo del Partido Popular. Porque lo que pretende Ciudadanos es un acuerdo para reformar la Constitución, algo que no se puede hacer sin contar con la mayoría absoluta de los populares en la Cámara Alta. Entonces, ¿a qué juega Albert Rivera? Pues juega al mismo juego que siguieron en Andalucía; a proponer acuerdos inútiles con una palabrería muy bonita. Porque para esos acuerdos se necesita del PP. Por eso, si yo fuera Pedro Sánchez, aceptaría esas propuestas, porque del PSOE no dependen, igual que no dependía de Susana Díaz el acuerdo firmado en Andalucía. En realidad, lo que aquí ocurre es que todos están pensando en junio, en unas próximas elecciones generales, aunque el guión del bien queda no les permita reconocerlo. Y esta jugada de Ciudadanos va en ese sentido, porque es inviable. Y Rivera lo sabe.