Por fin he dejado atrás el agobio de los exámenes y llego hoy, día de San Valentín, con el tiempo justito para escribir una reseña sobre un libro de corte más bien romántico que terminé la semana pasada.
La historia comienza con un prólogo en el que conocemos a Lee Tucker, una chica de 18 años que no ve el momento de que acabe el verano para irse a estudiar Bellas artes lejos de su madre, una alcohólica que hace mucho que está ausente de la vida de su hija. Una de sus vecinas, una amable mujer a punto de jubilarse, le promete cuidar de su madre y le da el empujoncito que Lee necesitaba para dejar atrás el pueblo y labrarse un futuro decente.
En el capítulo siguiente han pasado ya 16 años desde que Lee dejara el pueblo, y se encuentra en una nueva encrucijada: su marido se ha suicidado por haber contraído una deuda con la mafia, y esa gente está ahora acosando a Lee para que devuelva el dinero que, por supuesto, no tiene. Disfrazada, embarazada y muerta de miedo, consigue burlar la vigilancia a la que los cobradores la someten para esconderse en su pueblo natal, tratar de reformar mínimamente la casa de su madre, fallecida hace algunos años, y conseguir el dinero adeudado para poder vivir tranquila de nuevo.
La anciana vecina que una vez la ayudó sigue allí para darle la bienvenida y echarle una mano con la casa y, además, consigue también un trabajo en un restaurante del pueblo encargada, como empresaria que es, de realizar un estudio de viabilidad para mejorar el restaurante de un hombre que está empeñado en fomentar el turismo en este rinconcito de América. Hará nuevos amigos y conocerá tambien a Tommy, un hombre de origen mexicano que toca los viernes en el restaurante. Con todo, no podrá contarles por qué está allí y de qué huye para no poner a nadie en peligro.
Ha sido una novela entretenida, con personajes secundarios muy simpáticos y con un lenguaje sencillo, ideal si te apetece leer algo ligero. Pese a que pueda parecer un thriller por la deuda y los mafiosos que acosan a Lee, lo cierto es que ese tema queda en un segundo plano una vez que la protagonista vuelve a su pueblo y tiene más peso su nueva vida, que ella siempre ve como algo pasajero, y su relación con los demás personajes, especialmente con Tommy (ahhh Tommy, ¡qué hombre!).
También es previsible en el sentido de que desde el principio te imaginas que habrá un final feliz para toda esta historia; y, efectivamente, es lo que te encuentras al acabar el libro. Pero ya os digo que es una lectura ligera, para cuando te apetece dejarte llevar sabiendo que todo va a salir bien aunque al chef se le quemen los panecillos en la prueba para conseguir el puesto de trabajo, aunque hayas contratado a una camarera de pueblo en un restaurante delicatessen o a pesar de que el albañil que te está reformando la casa practique yoga en tu jardín al finalizar su jornada.