El ciclista, un auténtico héroe.
Hay una cosa que cada vez queda más y más clara en este manga, y es que si no hubiese tantos personajes secundarios sería aburrido. La gracia de que el protagonista pueda cargarse a cualquier enemigo de un solo puñetazo está bien una, dos o tres veces, pero si la historia sólo se centrase en eso perdería su interés demasiado pronto.Así que tener una organización de héroes con tantos miembros pululando por las diferentes ciudades, hace que cada monstruo que aparezca nos brinde la oportunidad de ver a unos cuentos personajes nuevos en acción. En este tomo le toca el turno a un buen número de ellos, entre los que destacan dos: el prisionero del amor y el que aparece en portada. Del primero esperaba un poco más, es cierto que es una bestia parda y que es el típico personaje que por su forma de ser ya hace gracia y llama la atención... pero creí que tendría más tiempo el foco de atención. El segundo ha sido toda una sorpresa, no tiene un diseño espectacular, no es increíblemente poderoso, no tiene un papel demasiado relevante en la trama (ni creo que lo tenga en un futuro), pero es un personaje que me ha encantado. Ya he dicho otras veces que en el mundo en el que se mueve Saitama hay como dos grandes grupos de héroes, los que se mueven por razones egoístas buscando únicamente medrar en el escalafón para ganar más dinero y reconocimiento, y los que tienen muy claro lo que significa esa palabra. Este ciclista justiciero es de los pocos héroes que he visto en este manga que son eso, unos verdaderos héroes. En las pocas viñetas que aparece, se gana mi respeto.
Luego están Saitama y Genos, que siguen igual de bien que siempre, demostrando lo que valen y desbordando carisma. El prota vuelve a hacer algo que lo ensalza (por lo menos a mis ojos), pero que no creo que le traiga nada bueno... su reputación ya no estaba para tirar cohetes, y después de esto está por los suelos (aunque es interesante ver la duda de los dirigentes de la organización, esa parte de la trama promete).
En definitiva, un tomazo. Hay un par de ilustraciones que son magistrales, el monstruo es duro de pelar y los secundarios aportan mucho interés a todo lo que va sucediendo. Ganazas por saber cómo continua.