Como ya he comentado en otras ocasiones, en casa nos encanta planear los viajes: desde buscar los billetes más económicos dentro de nuestras fechas, a definir rutas, alojamientos, visitas, etc…
Hace unos años, nos hicimos un road trip por Alemania: no demasiado extenso, aunque a nosotros nos cundió un montón…y nos puso la miel en los labios, dándonos ideas para futuros viajes.
Somos canarios, así que la gran mayoría de nuestros viajes pasa por la península, sobre todo, por Madrid. En esta ocasión, volamos a Madrid y desde allí un vuelo con Lufthansa a Munich. Recogido el coche y “calibrado” el GPS, emprendimos rumbo a Nuremberg, nuestra primera parada, casi todo el camino bajo la lluvia…
Llegamos poco después de 1 hora a nuestro hotel. ¡¡Qué bien se portó el GPS!!
Partiendo de la base de que yo soy muy “enamoradiza” geográficamente hablando, a mí Nuremberg me causó eso: un enamoramiento tremendo. Me encantó, no puedo decir otra cosa. Es una ciudad cómoda para moverse por ella; de hecho, nosotros aparcamos el coche y nos movimos a pie todo el tiempo.
Centramos nuestra visita en el casco antiguo de la ciudad. Hay mucho que ver: el castillo, la plaza del mercado, los puentes, las iglesias…pero a mí, lo qué más me gustó, fue que parecía un viaje en el tiempo a la época medieval. Es una ciudad muy bonita, y que, según me enteré después, tiene un precioso mercadillo navideño (tendré que sacrificarme y volver en esas fechas)
Tras nuestra estancia de 2 días en Nuremberg, volvimos a coger el coche con dirección a la Selva Negra, a la que entramos por Heidelberg, que tiene la universidad más antigua de Alemania. Tiene un casco antiguo bastante pintoresco, vigilado desde arriba por el castillo. Pero, como a veces, las cosas hay que verlas desde fuera, no hay que olvidarse cruzar al puente de Carlos Teodoro, uno de los iconos de la ciudad, con su famosa escultura del mono en un extremo, para poder apreciar la ciudad desde fuera. Merece la pena.
Tras pasar una noche en Heidelberg, empezamos a adentrarnos en la Selva Negra. Nuestro “campamento base” para los días en la Selva Negra era en la zona de Hornberg, en un hotelito rural que nos encantó llamado Landhaus Lauble, del que ya he hablado en el blog.
Durante 4 días, nos movimos desde allí a distintos lugares de interés turístico: cataratas Triberg, Baden Baden, Freiburg, el lago Titisee…y un montón de pueblitos a los que llegamos “perdiéndonos conscientemente”, conduciendo por carreteras rodeadas de árboles, en medio de inmensos bosques…Fue precioso y encontramos rincones que no habíamos previsto.
El último día en la zona de la Selva Negra lo pasamos en Europa Park, el parque de atracciones más grande de Europa, con casi 100 atracciones, de las cuales 16 son montañas rusas. La excusa para ir fue la niña; la realidad, que a mí en concreto me encantan los parques de atracciones y mi marido no le hace ascos a una montaña rusa.
Un solo día no nos dio para disfrutar de todo el parque, obviamente, pero sí para hacernos una idea y cambiar un poco el ritmo del viaje.
Al dejar atrás la Selva Negra, nos dirigimos hacia el sur de Alemania. Sería un día largo, con una ruta de 300 km. entre nuestro hotel de Hornberg, y Lenggries, donde teníamos nuestro próximo hotel. Y como nos quedaba “de paso” la idea era ir a ver las Cataratas del Rhin. Cruzamos a Suiza como quien cruza de acera para ver las cataratas desde este lado.
Para mi esta parte del viaje tuvo su momento sentimental. Cuando tenía unos 6 años, viajé con mis padres a la Selva Negra y fuimos también a las Cataratas del Rhin, vistas desde la parte Suiza. Cuando volví con mi marido y mi hija, hacía justamente 2 años que mi padre había fallecido. Superado el nudo en la garganta, y disfrutado el momento, nos pusimos rumbo a Lenggries.
Aunque nuestra ruta inicial y más corta pasaba cerca del lago Constanza pero no obligaba a cruzarlo, casi sobre la marcha, decidimos cambiar nuestra ruta inicial y cruzar el canal en un transbordador que nos llevó, sin haberlo planificado, hasta la preciosa ciudad de Meersburg, que es una de las más visitadas de la zona del lago.
Se trata de una ciudad de carácter medieval, desde la que se disfruta de la vista del lago así como de la orilla suiza del mismo. A nosotros sólo nos dio tiempo para callejear un poco después de comer, pero nos encantó lo que vimos. Tomamos nota mental de ella y de toda la zona del lago para un futuro.
Como comentaba, el día fue largo….y al caer la tarde, llegábamos a nuestro hotel en Lenggries, un lugar turístico base para los deportes de montaña. Uno de los motivos de elegir esta zona para pasar 3 noches fue que su relativa cercanía 3 sitios que queríamos visitar.
Uno de estos sitios es Fussen, donde está Neuschwanstein, más conocido como “El Castillo del Rey Loco”. Es el castillo que eligió Walt Disney como inspiración para su castillo de La Bella Durmiente. Está ubicado en lo alto de la montaña, y a él se puede acceder andando, en bus o en coche de caballos, como fue nuestro caso. Las visitas se hacen por grupos y con hora, pero, al menos cuando fuimos, no era necesario reservar tiempo antes. Las compramos al momento.
Si tienes suerte y el día que vas está despejado, desde el castillo puedes disfrutar de unas vistas maravillosas del lago Alpsee (creo que es este). El resto del día lo pasamos en la ciudad de Füssen.
El 2º día de nuestra estancia en Lenggries, lo dedicamos para “acercarnos” hasta Austria, concretamente a Salzburgo, que está a poco más de hora y media desde nuestro hotel. Desgraciadamente, el día no nos acompañó mucho y, al poco de llegar, empezó a llover bastante, con lo cual, nos retrasó y nos vimos obligados a meternos en una cafetería a tomarnos un chocolate y un trozo de tarta (a pesar de ser julio, había refrescado).
Una vez paró la lluvia, pudimos pasear por el centro, por su famosa calle comercial Getreidegasse, con los letreros de las tiendas en hierro forjado. En el nº 9 de esta calle, está el lugar de nacimiento de Mozart.
Visitamos también la catedral, la Mozart Platz Residenzplatz que yo recuerdo tan bonita como “olorosa” por los coches de caballo que desde allí te pueden llevar a hacer un recorrido por la ciudad.
Hay que decir que en Salzburgo se rodó la archiconocida película “Sonrisas y Lágrimas”.
Si bien el día parecía que se nos iba a torcer un poco por la lluvia, al final, nos cundió y aprovechamos bastante.
Desde nuestro hotel en Lenggries, Innsbruck (Austria) nos quedaba a 1 hora y media en coche, así que lo
tomamos como otra “excursión de un solo día”.
Esta vez el día nos cundió menos. De entrada, habíamos decidido no madrugar demasiado. Luego, el trayecto de casi 1 hora y tres cuartos y el mal tiempo que nos acompañó, hicieron de este un día un tanto raro. No obstante, sí que nos dio tiempo a pasear por la ciudad y ver “lo típico”: la catedral, el famoso “Tejadillo de Oro”, Maria-Theresien Strasse…Por la tarde, nuestra intención era subir en el funicular hasta el Nordkette, y poder disfrutar del paisaje tirolés desde las alturas….pero la tormenta que nos pilló, hizo que cerraran el funicular.
Esa tarde nos volvimos a Lenggries, perdiéndonos por los paisajes austro-alemanes….
Al día siguiente, ya comenzaba nuestra última etapa del viaje, porque salíamos hacia Munich donde estaríamos 3 días antes de volver a casa.
En Munich pasamos unos días geniales, visitando todo lo que pudimos, comiendo wurst (salchichas) de todo tipo y bebiendo también mucha cerveza. Si bien para muchos puede ser un lugar demasiado turístico, yo recomiendo ir a la Höfbrauhaus: muy buen ambiente y rica comida.
En Munich, aparte de las típicas visitas tuvimos tiempo también de disfrutar de una feria veraniega en el Olimpia Park y de sentarnos en los biergarten con los lugareños ;-)
Creo que los 3 lo pasamos muy bien en este viaje. Disfrutamos mucho de los paisajes, de la tranquilidad, de la naturaleza… Mi marido y yo tenemos un recuerdo maravilloso de esos días en la Selva Negra en los que nos sentábamos con toda tranquilidad en la terraza del hotel a tomar algo mientras nuestra hija de 4 años, disfrutaba viendo a los animalitos que había por fuera del hotel, en total libertad y sin ningún tipo de peligro. Me sorprendió mucho el país, ya no sólo por sus paisajes y todo lo que tiene que ofrecer, sino por la gente que nos trató estupendamente en todo momento.
Ahora me ha entrado la nostalgia…¡¡me encantaría repetir!!