Luchadora, desde ayer debe intentar realizar sus acciones cotidianas sin la silla de ruedas que le habían confeccionado especialmente.Con regulaciones e indicaciones precisas, el dispositivo había sido adaptado a su peso, apenas por encima de los 10 kilos.
Por ella, había esperado más de un año, según los plazos que maneja la obra social que eligieron sus padres.Sus padres, urgidos, apelan a la voluntad de los ladrones, dada la condición de su hija y las características de la silla de ruedas, que no puede ser empleada por otra persona.
Menos exigente parece Guadalupe, quien, aseguran, cree que se trató de un infortunado error.“¿Cómo me van a llevar la silla de ruedas, si saben que yo no camino? Que me la devuelvan, pobrecitos”, señaló a su madre, al enterarse de la situación.
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