Por Susana Martínez
Se nos fue físicamente la voz más joven de la Asamblea Nacional, un ejemplo incansable de como la juventud venezolana, puede a través de sus luchas, dejar plasmada una huella indeleble sobre cómo defender a su patria.
El legado de Robert, debe servir de inspiración, hoy y siempre, para todos. Forma parte de esa juventud que se atrevió a condensar y defender sus ideales revolucionarios, Bien lo decía Allende: “Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica”.
En cada joven, como el camarada Robert, está el compromiso de no bajar la guardia, de no disminuir el ritmo en el combate, aun cuando reina un sentimiento de impotencia y desolación. Tenemos que seguir activando la unidad, para fortalecer nuestras metas, que es seguir el legado de esos hombres, que su lucha fue incansable
Esta semilla dejada por Chávez, en el corazón de una juventud, capaz de asumir a través de su conciencia, que tenemos muchos motivos para defender, el valor más hermoso como es el amor por la patria.
Por jóvenes, como él, que emplean su juventud rebelde y apasionada, por esta causa, que luchan con vehemencia; que no son comprables, porque su conciencia está blindada. Por ellos, y por los que les siguen, debemos seguir enarbolando las banderas, de una Venezuela hermosa.
Robert, no se ha ido, seguirá, lo veremos en cada joven que alza su voz haciendo temblar los muros de su conciencia. Allí lo veremos, sembrado en la gloria de aquellos hombres que vinieron con un propósito, de seguir haciendo patria. Y como dice una de las hermosas canciones de Ali: “Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos”
Hasta la victoria siempre camarada, Robert Serra