Roberto Arlt escribe sobre San Juan de Gastelugatxe en su libro "Aguafuertes". Vistas del lugar desde un dron

Publicado el 20 noviembre 2015 por Hermidaeditores
Hoy os traemos la aguafuerte sobre San Juan de Gastelugatxe que Roberto Arlt escribió en sus famosas "Aguafuertes" que acabamos de editar. El artículo va a acompañado por este espectacular vídeo del lugar, realizado con un dron:


San Juan de Gastelugatx. Un rincón bravío. Cuatrocientos escalones junto al mar 
Cuando los mayores lean esta historia, recordarán sus piráticos sueños de infancia. La silueta bucanera de la Isla del Tesoro se perfila tras el escollo de Gastelugatx.Es un kilómetro antes de llegar al cabo Machichaco, a los 43 grados y 29 minutos de latitud septentrional y 13 grados, 54 minutos de longitud. Allí se encuentra el escollo soldado a la tierra por una muralla de gradas que remata el monasterio llamado de San Juan de Gastelugatx. En el pasado, a veces ermita, a veces refugio de bastardos alzados contra los Parientes Mayores. Un rincón bravío que los galeones soslayaban prudentemente, con el ojo de sus marinantes puesto en el vidrio del catalejo.Se llega frente al escollo recorriendo una cornisa que bordea la cima de la montaña. De pronto, el roquedal abre una ventana que mira al cielo, un parapeto en él para apoyarse y abajo la pintura espesa del terrible Cantábrico, un triángulo de piedra con dos cavernas que abalconan el mar y el horizonte, y un castillejo en una cúspide. Es el monasterio.Un trozo de muralla china, trescientos noventa escalones labrados en la piedra, amarra el islote a la tierra. Trescientos noventa escalones, que me he cuidado muy bien en no subir.Me acompaña el escritor don Luis de Villalonga, a cuyas iniciativas debo el conocer curiosos rincones vascos. El novelista me dice:—Esta escalera la suben los que han hecho un voto de penitencia o una promesa. Marinos que salvaron la vida durante una tempestad. Algunos marchan al monasterio cargando las gavias y velámenes de sus embarcaciones. Cuando llegan a la puerta del castillo tienen los dedos desollados, las plantas sangrando. Si quiere podemos ir.Graciosamente le respondo que me cuidaré muy bien de hacer jamás promesa semejante, y que desde ya me comprometo, con solemnísimo juramento, no subir la susodicha escalera ni descalzo ni calzado.Desde la cornisa que festonea la cumbre de la montaña, se escucha el bramar de las aguas en las cuevas del peñón. Las cavernas trazan dos arcos negros sobre el mar; bajo sus bóvedas, el agua se toma lacio aceite violeta. El escollo fue en otros tiempos un refugio casi inexpugnable. Volteadas en las agudas pendientes yacen innumerables piedras negras; el monasterio, desde la altura, parece una caja de cartón sonrosado sobre el vértice de un triángulo cubierto.Antes de cumplirse el siglo x, moraba allí la orden de los templarios. Luego, los caballeros desaparecieron misteriosamente y en el peñasco se aposentaron los hermanos de San Norberto, que, a su vez, también migraron un día. El monasterio en lo alto del peñasco se convirtió en guarida de piratas y pescadores de ballenas; más tarde fue refugio de bastardos alzados contra sus señores los mayorazgos. Una banda sucede a la otra, y cuando intervino doña Isabel la Católica, la primera precaución que tomó fue hacer rebajar las torres del temible islote, oradar los muros del castillo, voltear sus cubos y reedificar allí un monasterio que costó la friolera de dos mil seiscientos doce ducados.Se cobijaron allí devotos ermitaños, y todos los años durante la noche de San Juan, en la montaña iluminada por hogueras, se organizaban romerías en las cuales las muchachas de los contornos se presentaban con la cabeza ceñida de ramas de ciprés. Bebíase y se danzaba al son del txistu y tamboril.Durante el año 1596, el hijo del diablo, es decir, el pirata Drake, llegó con sus hordas al castillejo, le tomó por asalto, entró a él y no descubriendo ningún tesoro, sus marineros indignados, cogieron a los barbudos monjes del cuello y por las ventanas los arrojaron al mar. Un comentador eclesiástico afirma que Dios le castigó a Drake por esta mala acción haciéndolo morir al año siguiente, pero lo que salta a la vista es que la muerte de Drake no le devolvió la vida a los barbudos. Que se quebraron los cráneos en los roquedales que erizan el agua verde, en torno del peñón.La mirada no se fatiga de gozar este panorama, digno de un párrafo de alguna novela de Walter Scott. El triángulo de montaña emerge del agua amenazador, el trozo de muralla china comunicándolo con tierra mediante cuatrocientos escalones, le comunica una prestancia medieval, un obispo que en su visita pastoral subió las cuatrocientas gradas, se detuvo resoplando a mitad del camino y le dijo a sus acompañantes:—Me consta que la subida al Paraíso es mucho más fácil.Me cuentan que en el interior del monasterio se guardan naves en miniatura, trozos de velas, cadenas de anclas: votos cumplidos de marineros vascos que prometieron que, si salvaban la vida durante una tempestad, perseverarían en su promesa.En invierno este paraje debe ser terriblemente siniestro. La espuma de las olas salpica los muros del monasterio; enfrente se extiende el Cantábrico, salvaje y tremendo. La lluvia azota los muros de ese rincón convertido en un desierto marino, y ni una sola alma viviente pasa por allí, como no sean las gaviotas que, aguzando extremadamente la mirada, se las ve revolotear a ras del agua, como tenues plumas que voltea el viento.

Invierno de San Juan de Gastelugatx. La estufa encendida en el fondo del refectorio, la lluvia tamborileando en los vitrales, el mar bravoso y negro abalanzando sus masas de agua, las montañas negras arriba, el viajero que no se detiene en ningún paraje piensa que éste es el más hermoso retiro que se le puede ofrecer a un harto de los espectáculos de la vida... Luego la mirada baja, se detiene en la víbora gris de los cuatrocientos escalones... y sonriendo se sigue de largo. El tiempo, no retrocede.Os dejamos el enlace al libro, así como algunos de los comentarios aparecidos en la prensa sobre el mismo:http://www.hermidaeditores.com/aguafuertes-
Llega la más amplia compilación de las aguafertes españolas a las librerías del mejor escritor de su generación: Roberto Arlt.
Recomendación de El Cultural: Léanlo."El CulturalEl Cultural recomienda
"En un estilo característico, de una viveza y un nervio fuera de lo común, Arlt compone sus cuadros de la vida española de la época con la mirada perspicaz del observador foráneo y la fibra sensible del hombre compasivo que no oculta su indignación por las escenas de miseria más que de pobreza de las que fue testigo principalmente en Andalucía, así como por el atraso y las vetas de barbarie que apreciaba en aquellos españoles."Jaime FernándezEn lengua propia
"No desprovistos de clichés, pero valiosos por su frescura y agudeza crítica, los artículos "españoles" de Arlt transmiten simpatía hacia el país, interés por su diversidad y una profunda solidaridad con las clases más humildes."I. F. GarmendiaDiario de Sevilla
"Los aguafuertes de la revolución popular y los inicios de la Guerra Civil son dignos de estudio. Arlt, que era de extrema izquierda, asiste a la violencia absurda, al caos parlamentario, al fracaso de la democracia, al armamento de las masas y a la desarbolada figura de Azaña, con la esperanza de que triunfe la revolución. Se equivocó, claro, pero su visión de los sucesos es pedagógica."Félix de AzúaEl País
" Son muchas razones para considerar que en estos tiempos inciertos Aguafuertes es una lectura imprescindible.
"Vicente Alberto SerranoDiario de Alcalá
"Insuperable descripción del panorama de contrastes y claroscuros que hallamos en estas páginas. Por los corredores del tiempo, décadas después, nos llega, plenamente vigente, dura y lírica a la vez, clásica y moderna, pura excelencia literaria, la mejor crónica periodística de este imperecedero escritor."Jesús FerrerLa Razón
"Arlt dejó a lo largo de años un buen puñado de crónicas, las Aguafuertes, que bien podrían considerarse el campanazo inaugural de otra forma de hacer periodismo en castellano."José María RondónEl Mundo
"Entrevista a Toni Montesinos.
Juan Carlos Onetti dijo en una ocasión que el director de El Mundo, el periódico donde Arlt publicaba sus "Aguafuertes", cambiaba deliberadamente el día de publicación para subir las ventas"Orlando TorriecelliRadio Internacional Francesa