El protagonista de El viaje íntimo es don Severino, último de una larga saga de grises notarios de provincias. Su vida se resume en la palabra «rutina», que don Severino se resiste con todas sus fuerzas a modificar mientras le quede otro remedio, por estrafalario que sea. Casa, oficina, cafetería algún domingo, casa, oficina. Pero los cimientos de su vida, que don Severino cree bien firmes aunque obviamente sean de lo más enclenque, van a jugarle una mala pasada que lo pondrá todo en movimiento. Argumento de folletín, si no tenemos en cuenta que, en realidad, se trata de una novela de fantasía cuyo eje argumental me estoy reservando. La segunda parte (de las tres que tiene el libro) es una aventura alocada durante la que el protagonista se desquicia, se sumerge en las capas de rutina que pensaba que lo definían y, una vez allí, se ve obligado a mirar por si hay algo debajo.
Pero el libro no cae en simplificarlo todo como una profunda (y manida) autoexploración a través de la fantasía. Es una historia íntima –don Severino, aparte de protagonista, es casi el único personaje durante buena parte de la historia– contada con habilidad y sin tomarse demasiado en serio a sí misma. Como ya esperaba, la novela tiene frases sueltas míticas. Cuenta con muchos momentos absolutamente hilarantes, de carcajada limpia, increíbles. (De hecho, creo que Iniesta sería un gran escritor humorístico si esparciera esos momentos con más homogeneidad.) Tiene una trama simple, que no se anda con la tontería de apoyarse en la relación causa-efecto pero que, a medida que avanza, empieza a mostrar una inesperada coherencia interna. Guarda algunas sorpresas, aparte de la que desata el argumento. Está bien escrita, con frases cuidadas y buen ritmo, aunque el narrador se entretenga en dar vueltas a ciertos hechos cuando el lector ya los tiene claros, sobre todo durante la primera parte sobre la rutina de don Severino. Se ve la mano del letrista de Extremoduro, y mucho. Pero lo cierto es que, si no fuera él quien escribió la novela y hubiera caído en mis manos por casualidad, no dudaría en afirmar sin matices que me ha gustado (no es una puta obra maestra, pero mola) y recomendar su lectura.Aquí