Año: 2016
Editorial: Autopublicado
Género: Novela
Valoración: Está bien
Las historias de secuestros y asesinatos, que tan lejanas y hollywoodienses (o nórdicas, si me apuran) se nos antojan siempre, llevan unos años pujando con fuerza desde otros puntos del globo. Y es que, no lo olvidemos, en todas partes cuecen habas y hay ejemplos de sucesos sórdidos que alimentan las secciones más amarillas de los noticieros. Con la reseña de hoy, Siete libros para Eva, nos transportamos a un caso en Galicia, España, país donde estas historias no eran tan infrecuentes unos años atrás.
Eva, una joven universitaria, ha desaparecido. Todas las pistas indican claramente que el culpable ha sido Mario, su novio no oficial, quien asegura no acordarse de nada. Mientras la investigación policial se atasca y la familia de la desaparecida sufre, un partido político local desarrolla una estrategia expansiva que está más relacionado con el caso de lo que cabría sospechar en un principio.
Siete libros para Eva es la segunda obra de Roberto Martínez Guzmán que reseñamos en Libros Prohibidos tras Café y cigarrillos para un funeral. Su trayectoria nos indica una clara tendencia hacia el género negro policíaco con la serie de la investigadora Eva Santiago, protagonista en esta novela (aunque esta vez no como policía, sino como víctima). El bagaje de este escritor se nota a la hora de escribir. Sabe llevar la batuta de la historia en todo momento y guiar al lector por los senderos que más le interesan (sí, lo estoy comparando a él con un cabrero y a nosotros, los lectores, con sus cabras). Se siente cómodo Roberto con las historias quebradas y oscuras del género. Sabe acomodar los hechos con ese estilo sobrio, austero a veces, y meticuloso que va mostrando los detalles y aumentando la tensión sin que el lector sea consciente de ello. El realismo del que también dota a la narración (mi experiencia con casos policiales en la vida real es 0, pero me suena a que todo debe de ser tal y como este escritor relata) ayuda a introducirse en la rueda desde el primer momento.
Pese a que todos los ingredientes necesarios están presentes y que me gusta la forma de cocinar del chef, la forma en la que se dispone la mesa no termina de convencerme. El planteamiento y el desenlace (especialmente este último, con una inesperada cabriola casi en la última página) me parecen estupendos; también una buena parte del desarrollo. El problema lo tengo con la otra parte, que ocupa una porción nada desdeñable del total de la obra y que se me antojó, por momentos, monótona y poco interesante. En muchas ocasiones, especialmente con obras autopublicadas, la solución suele ser darle un podado al libro, pero en este caso no creo que sea así, ya que sería injusto (y se me antoja poco acertado) decir que a este libro le sobran páginas. Creo que ese bloque del que hablo tiene su razón de ser en el global de la historia y que es necesario para darle firmeza y coherencia a los eventos que vienen después. Sin embargo, la sensación que se me queda es que me costó atravesar toda esa parte media más densa en la que se avanza poco, motivo por el cual no le termino de poner la valoración Recomendable.
Para finalizar, me gustaría resaltar lo conseguido que está el desenlace, que se toma su tiempo y parece que va a dejar varios cabos sueltos, pero que cierra con suficiencia toda la intriga que se ha ido generando a lo largo de los capítulos. Los amantes de la novela negra están de enhorabuena. Está bien.
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