ROBIN HOOD. Nones

Publicado el 16 mayo 2010 por Loscriticones
Alguien pedía a gritos una revisión del héroe más carismático del folclore inglés que nos hiciera olvidar de una vez el peinado ochentero de Kevin Costner o los apretados leotardos de Errol Flin, que además de tocar el piano con el pene (creía ser yo el único) poseía la sana costumbre de inyectar vodka en sus mandarinas entre toma y toma (simpático, verdad?). Parodiado hasta el exceso, Robin Hood necesitaba de una versión definitiva que nos aliviara de tanto cartón piedra, como en su día hizo Coppola con Drácula o Tim Burton con Batman. Pero nones. Ni todo el talento de Ridley Scott ni la toda la metrosexualidad de Russel Crowe han conseguido salvar una versión decepcionante, cuanto menos.
Para realizar la enésima película de un mito con menos fiabilidad histórica que de la virginidad de la virgen, el director nos presenta a un Robin patriota, luchando junto al tirano -nada que ver con Sean Connery- Ricardo Lyon Hart, como un soldado más. Algo que me hacía intuir en un dibujo más profundo de la sesera de nuestro héroe o, por qué no, una genial vuelta de tuerca que convirtiera a este truhán en un sucio ladrón, un exiliado, un terrorista del medievo, un vividor, un antihéroe, un putero, algo... Pero no amigos. Tras la primera hora nuestro Robin se convierte en el mismo pelmazo que hemos estado viendo desde el technicolor: bravo, masculino, arrebatador, justo, honrado... vamos, un coñazo. Y por no habar de las escenas de acción que, aunque muy recortadas, sólo consiguen agotarnos tras las horas y horas de batallas medievales que nos hemos tragado ya con El Señor de los anillos. Malos tiempos estos para la originalidad hollywoodiana y buenos para los productos de fácil digestión. Ñam.
Pitu