"El otro día llegó una señora a urgencias con una de nuestra sillas tuneada para que no la reconociéramos, con el logotipo de Son Espases raspado y tapado con una camiseta de algodón que habían puesto por encima. Cuando le dijimos que tenía que dejarla se quejó de que había pagado por ella 70 euros", continúan con sus experiencias los celadores.Estos trabajadores han visto sillas de ruedas hospitalarias perfectamente reconocibles en el barrio de Son Gotleu, en el rastrillo de Consell o sirviendo de medio de transporte para los trastos de un chatarrero. "Mientras tanto, tenemos que salir con camillas en el 90% de los casos, lo que nos resta operatividad y prontitud en el traslado de pacientes", se quejan los celadores de Urgencias.La carencia es tal, que la picaresca berlanguiana a la que aludía Pinta se empieza a imponer en Son Espases con servicios que se roban las sillas entre ellos mientras que otros adoptan medidas más drásticas como atarlas. "Con el traslado hemos perdido medidas efectivas que habría que recuperar. En Son Dureta, al paciente que se le dejaba una silla tenía que dar su DNI. Y allí no desaparecían. Tendríamos que recuperar esa costumbre", concluye el responsable.www.diariodemallorca.es/ocio/2014/10/03/robo-generalizado-sillas-ocasiones-vuelven/966346.html
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