Todo está muy cuidado y tiene mucha calidad en este Cuando las piedras vuelen, al que, eso sí, le reprocho cierta pretenciosidad. Rocío Molina no es únicamente una artista de una valentía extraordinaria -su vestuario, o más bien habría que decir su no vestuario, es prueba suficiente de ello-, es una bailarina con un talento singular, que mece siempre sus movimientos dentro de la música, con impecable exactitud y elegancia. Sus cantaoras la envuelven con arte, lo mismo que sus guitarristas... La escenografía cautiva y ayuda a lograr el clima que requiere el espectáculo... Hay hallazgos escénicos indudables y una voluntad de ir más allá, de buscar nuevos caminos, de enriquecer el vocabulario de una lengua, el flamenco, que es infinita. Pero... Sobre el escenario hay una glacial frialdad (probablemente buscada), un aroma de laboratorio que impide saborear el espectáculo como el festín que uno espera de una artista de la categoría de Rocío.
Todo está muy cuidado y tiene mucha calidad en este Cuando las piedras vuelen, al que, eso sí, le reprocho cierta pretenciosidad. Rocío Molina no es únicamente una artista de una valentía extraordinaria -su vestuario, o más bien habría que decir su no vestuario, es prueba suficiente de ello-, es una bailarina con un talento singular, que mece siempre sus movimientos dentro de la música, con impecable exactitud y elegancia. Sus cantaoras la envuelven con arte, lo mismo que sus guitarristas... La escenografía cautiva y ayuda a lograr el clima que requiere el espectáculo... Hay hallazgos escénicos indudables y una voluntad de ir más allá, de buscar nuevos caminos, de enriquecer el vocabulario de una lengua, el flamenco, que es infinita. Pero... Sobre el escenario hay una glacial frialdad (probablemente buscada), un aroma de laboratorio que impide saborear el espectáculo como el festín que uno espera de una artista de la categoría de Rocío.