Me brota la intensidad
como un solo de guitarra.
Al desgarro,
la noche
que se juega los chupitos
de su luna…
Y vibra la acera,
se deshace…
Y soy de alcohol, no me metas prisa. Que sueno a rock, pequeño.
Tantas sombras
la muerte súbita
que te hace volver
con un tenso sonido.
Y que si la vida no tiene un nombre, vamos a bautizarla en música y a barrer con las ruinas.
Nada.
Todo.
Los puertos absolutos de la locura y el hambre.
¡Qué sería de mi!
Soy mas canción que persona. Tengo los dedos siempre húmedos, de no saber vivir lejos de sus fauces mojadas y roncas.
Y oscilar entre el temblor, la lujuria, el dolor y el delirio.
Rock como nombre,
como apellido,
como callejón en el que
morir yonki
de pulpa y acordes.
Sé salir de mi,
abandonar,
rasparme la voz
y follar en madrugadas lentas
con la furia de mil sonidos.
Este duelo, que se viste de negro y se emborracha.
Me hice las venas con fuego
aprendí las cuerdas, los golpes y las carreteras.
Nadie, no queda rincón sin esculpir…
Voy de todo
si me comes, te hago polvo.
Polvo a batería, sin silenciadores.
Tengo las lineas en el centro
y las espinas del rock
haciendo estrellas
siempre en mi mirada.
Y de nada sirve sólo hay un camino.
Si quieres encontrarme, si quieres llegar al más puro sentimiento,
si te vas a a alojar entre las grietas de mi boca… siempre tengo
cerveza, el pelo despistado y el grito,
amotinado en una canción.
Sólo rock, algunos poemas y este ansia necia por
dejarme llevar siempre…
Puro rock.
Aliento.
Respírame,
dejo resaca de metal y sentimiento.
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