Hablar de rock y de marcas personales no es tarea fácil. Para empezar una marca personal adopta una actitud coherente consigo mismo y con su entorno. Dispone de objetivos y los consigue y, en cierto modo, es una persona con cierta influencia personal sobre los demás, influencia positiva claro.
Aquí no entran criterios éticos o morales, no somos nadie para juzgar, pero desde luego bajo sospecha quedan aquellos cuya vida pasa por actividades socialmente reprochables, como la incitación a la violencia, la insensibilidad con la infancia o el uso de la música para conductas discriminatorias.
Muchos artistas han hecho de la solidaridad con los más débiles el mensaje de su canción. Artistas comprometidos, organizadores de grandes eventos por su propia cuenta y riesgo, de festivales solidarios.
Otros han traspasado esta línea, como hemos visto en el capítulo de rock y política (del libro Rock Marketing), con conductas discriminatorias de algún modo, utilizando la música y su propia capacidad mediática para generar enfrentamiento o reacciones anti sociales.
Pero hay muchos que son grandes, conocidos por su coherencia y su actitud a lo largo de los años. Por su compromiso consigo mismos o por una causa justa. Son los grandes, los más influyentes.
Bob Geldolf, músico británico de la new wave con sus Boomtown Rats, sacó de la chistera su gran concierto Live Aid, convirtiéndose en embajador de los problemas de la hambruna en África y hábil recaudador de ayudas para ellos.
Bruce Springsteen elevó su compromiso con la sociedad americana con su disco The Rising tras los atentados del 11S. Sigue siendo, casi desde sus inicios, el gran amigo de los desfavorecidos americanos, de las clases trabajadoras y de la juventud en general y es respetado por ello.
Mick Jagger ha hecho de los Rolling Stones no sólo uno de los grupos más longevos del rock, sino más coherentes y compactos. Sin demasiados alardes sociales han conseguido mantener su actitud como grupo y notable coherencia.
Bob Dylan fue sin quererlo profeta de su juventud, y tal vez de toda una revolución social. Sus pocas ansias de protagonismo le llevaron a dar un paso atrás y a huir de la primera línea mediática, actitud que ha mantenido hasta hoy.
De David Bowie hemos hablado mucho. Su condición ha sido la vanguardia artística, el riesgo y la modernidad. El camaleón mantiene hoy intacto su prestigio profesional y su capacidad de influencia en los artistas desde los 80.
Kurt Cobain vivió y murió presionado y amargado por el éxito, hasta el punto de que la difícil digestión de éste le llevó al suicidio. Odiaba ver en lo que se había convertido, el anti héroe pasaba a ser superado por su propio destino como héroe exitoso. Toda un lucha interna entre sus valores y la coherencia de su vida en torno a ellos.
Johnny Cash mantuvo con orgullo y dignidad su actitud de outsider, dedicando sus últimos años a tocar frente a los presos en las prisiones contra el criterio de su manager y de su discográfica. Además fue embajador de SOS Village, una organización para niños sin hogar en todo el mundo.
A Frank Zappa no consiguieron callarle sus proclamas libertinas y contra la censura de cualquier forma artística, y así se mantuvo hasta sus últimos días. Zappa es considerado aún hoy en día como un maestro indiscutible del eclecticismo musical y la visión de un rock muy personal.
Sting supo perfectamente cuándo decir adiós y separar el grupo. Frío y calculador sabía cual era el mejor momento para detener el camino sin causar daño y empezar en solitario una nueva trayectoria centrado en las influencias del Jazz.
Algo parecido hizo Paul Weller cuando el trío The Jam eran uno de los grupos más escuchados en Inglaterra y acabaran de triunfar en los USA. Mucho más centrado en el compromiso social y muy cerca del político Paul Weller, dejó huérfana a una legión de seguidores mods en Inglaterra que nunca comprendieron su huida hacia posiciones más jazz pop con su nueva formación Style Council.
Los Rebeldes de Carlos Segarra representaron es España el más puro rock and roll, a veces de lleno en el rockabilly, con un ejemplo de coherencia y fidelidad a los principios hasta su disolución. No se cortaron las patillas, como proclamaban en su canción "Rebelde con causa".
Loquillo sin embargo ha sabido sobrevivir desde el 77 con un espíritu intacto y un respeto total del panorama musical español implicado en la escritura, la poesía y el cine ha sido con el tiempo un artista multidisciplinario. A pesar de su dramática separación de Sabino, compositor y mitad alma de los mejores tiempos (hoy de nuevo juntos), ha mantenido una Rock and roll actitud pese a quien le pese.
Cada cual tendrá sus preferidos. Pero recuerda que famoso no es marca personal , sino actitud y coherencia. Hay que diferenciar persona de personaje, y para eso hay que conocer mucho. Ahí os dejo.
Todo esto y mucho más en el libro Rock Marketing (descargar capítulo 1 aquí)