Por su parte, el niño Rodolfo fue considerado un mártir y fue enterrado con grandes honores en la catedral de Berna, en el altar de la Santa Cruz, que pasó a llamarse "de San Rodolfo". En 1485 se construyó una hermosa iglesia y el cuerpo fue expuesto en una urna riquísima. En 1528, los calvinistas profanaron la iglesia y las reliquias (aun siendo no santo, todos los restos merecen respeto), el cuerpo fue enterrado o despedazado, y nunca más se encontró. El culto al niño Rodolfo no recibió nunca aprobación oficial, ni fue incluido en el martirologio romano, aunque tenía un oficio propio local, que derogado en 1908. Es otro de los casos de “santos” populares, como San Werner, cuyo culto se debió a un terrible prejuicio del que ya hablamos en este artículo.
Fuente:
-“Martyrdom, Murder, and Magic: Child Saints and Their Cults in Medieval Europe. PATRICIA HEALY WASYLIW. New York. 2008.