En el pelotón existe un grupo muy particular de ciclistas: los esprinter. Estos ciclistas se definen por su gran potencia y por su extraordinaria capacidad para alcanzar altas velocidades en pocos metros. Son los velocistas del pelotón, capaces de llegar a velocidades que rondan los 80 kilómetros por hora en una llegada masiva.
Los velocistas trabajan y tienen desarrolladas especialmente las llamadas fibras de contracción rápida de sus piernas. Estas fibras le permiten realizar esfuerzos breves de un intensidad muy alta a costa de un alto gasto energético, sobreviniendo más pronto la fatiga muscular. El hecho de desarrollar sobremanera estas fibras musculares es uno de los motivos por los que, cuando comienza un puerto, vemos que los primeros en quedarse son los velocistas. ¿Cómo es posible siendo tan fuertes? Desarrollar las fibras de contracción rápida merma el de las fibras de contracción lenta, que son las que se emplean para esfuerzos sostenidos a lo largo de un período de tiempo más prolongado. Un espriter coronando un puerto con los mejores, sería como ver Bolt compitiendo contra Mo Farah.
El esprinter no consigue por sí solo las victorias, sino que necesita de sus compañeros de equipo para alcanzar las velocidades más altas. Un esprint es una prueba de ciclismo en pista que se desarrolla por las calles de una ciudad. En él, sus compañeros de equipo escoltan a su velocista con el propósito de ubicarlo lo más cerca posible de la meta a la mayor velocidad posible. Para ello, se requiere un preciso ejercicio de cálculo en el que cada compañero sepa durante cuánto tiempo puede sostener el esfuerzo de conducir al pelotón, para que cuando su esprinter quede cara a cara frente al resto de sus rivales éste se encuentre en una posición de ventaja, habiendo gastado la mínima energía posible para que pueda sostener su descomunal esfuerzo durante el mayor tiempo posible para, así, tener más posibilidades de victoria.
¿Por qué esta falta de vinculación del español con el sprint? Una respuesta la encontramos en la propia cultura del ciclismo español. En España no hay tradición de ciclismo en pista (cantera de velocistas) ni amplias llanuras en las que formar velocistas, apenas se celebran carreras de un día. Además, en categorías amateur e inferiores se buscan ciclistas capaces de superar recorridos difíciles. El que no es capaz de superarlos, sencillamente no vale. Por último, está el aficionado español que solo disfruta y apoya a los escaladores. El ciclismo español no tiene necesidad de esprinters para atrapar a la afición, para engancharla se han venido sucediendo ciclistas que pelean por ganar las grandes vueltas: Luis Ocaña, Pedro Delgado, Miguel Induraín, Roberto Heras, Carlos Sastre, Alberto Contador…
Decía Joaquín “Purito” Rodríguez en el primer día de descanso de esta Vuelta a España que al le hubiese gustado ser sprinter, ser tan fuerte y poderoso como ellos. Ser capaz alcanzar esas velocidades de vértigo y tener esa capacidad de desconexión de la que hacen gala los esprinter otros días. Sin embargo, “Purito” se ha hecho ciclista para ser un esprinter a su manera, en la montaña, como buen español.