“Roma”"Roma" es el film que casi con toda seguridad va a ganar el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en la edición de este año que está ya al caer. La dirige Alfonso Cuarón y su productor, Netflix, prácticamente la ha estrenado en su plataforma televisiva pues sólo la distribuyó en salas con siete días de antelación. Esta decisión ha sido muy polémica en España al entender que Netflix privilegiaba la pequeña pantalla en detrimento de las salas cinematográficas. La consecuencia ha sido que en nuestro país apenas se haya podido ver en pantalla grande; concretamente en Madrid sólo la exhiben en los Cines Verdi y los Conde Duque, o sea, en no más de 6 ó 7 salas. El resto de público -la gran mayoría, entre ellos yo mismo- ha de recurrir para verla a la plataforma televisiva Netflix.
Del film muchas cosas me sorprendieron y contribuyeron todas ellas a que la película me haya gustado muchísimo. La primera, el título. Hasta que la vi pensé que tendría algo que ver con la capital de Italia, pero nada de eso: su título hace referencia a un barrio de la ciudad de México, concretamente al que vio corretear por sus cuadras al pequeño Cuarón que en el film está personificado en el niño Toño (Diego Cortina Autrey), el hijo mayor del matrimonio formado por Sofía (Marina Tavira) y Antonio (Fernando Grediaga). La segunda cosa que me sorprendió y me encantó, todo hay que decirlo, es la elección del color, el blanco y negro. Toda la película está rodada en monocromo, quizás por querer significar toda ella el recuerdo de un pasado. Diríase que recordamos en blanco y negro, y vivimos en technicolor; y más cuando lo que se recuerda no es precisamente grato y es visto como un período negro de la vida. Y la tercera y última sorpresa vino dada por el subtitulado en español que toda la película tenía. Es evidente que los fragmentos que los personajes mixtecos, como las criadas Cleo (Yalitza Aparicio) y Adela (Nancy García), hacían en su idioma debían de traducirse subtitulados al español, pero el resto ¿por qué? Este subtitulado ha sido objeto de polémica durante este mes de enero habiendo desaparecido ya de Netflix por decisión directa de Alfonso Cuarón.
© De Milton Martínez.
(Secretaría de Cultura de la Ciudad de México)
Las diferencias de clase son palpables en el film, pero hay elementos comunes a cualquier clase social, económica o de origen étnico. Esta comunión de intereses y de problemas es perceptible sobre todo entre las mujeres. Ellas son las auténticas protagonistas de la película, ellas son las que sacan adelante al grupo familiar sobreponiéndose a cualquier embate, ellas son las que sufren en sus carnes el machismo de la sociedad. El comportamiento de los hombres para con las mujeres es idéntico sea cual sea su extracción socio-económica y étnica. Este es el asunto central que plantea este film de una belleza plástica increíble, una auténtica obra de arte.
“Un asunto de familia”Esta película ha sido todo un feliz descubrimiento. Mis conocimientos de cine japonés son más bien escasos. Dejando a un lado los magníficos filmes de Akira Kurosawa y algunos títulos populares para los adeptos al anime, lo que no es mi caso, poco es lo que sé de cinematografía japonesa.
El director del film, Hirokazu Koreeda, autor también de la historia y de su adaptación a la pantalla, comentaba en las entrevistas hechas para la promoción de la película el interés que desde siempre le ha suscitado el complejo mundo de los afectos en el ámbito familiar. En definitiva ese es el asunto que se plantea en esta cinta en la que el bienestar emocional de unos niños choca con las normativas sociales que priman por encima de todo los lazos de sangre incluso en los casos en que los padres biológicos tengan a sus criaturas desatendidas afectivamente. ¿Hasta qué punto -viene a decirnos Koreeda- lo legal equivale a lo ideal? Y a la inversa, ¿es admisible organizar fuertes lazos de afecto entre seres humanos si la relación se ha originado al margen de la Ley?
Tras ver esta película me he interesado por otros títulos de este director japonés y he tenido oportunidad de ver uno de ellos titulado "De tal padre, tal hijo" (2013) en el que dos familias son avisadas a los siete u ocho años de haber nacido sus hijos en un centro hospitalario de la confusión habida en la entrega de las criaturas a unos y otros padres. La situación es interesante por sí misma y más cuando las dos familias son de talante y clase social muy diferentes. El asunto en esta ocasión cuestiona la cuestión de la paternidad biológica, es decir, saca a la palestra el tema de si los padres sólo lo son por biolgía o es la relación e interacción con los hijos los que crean los lazos afectivos paterno-filiales.
“Cold War””Esta ha sido la tercera cinta que he tenido oportunidad de ver. Está firmada por el polaco Pawel Pawlikowski, autor también del guion junto a Janusz Glowacki. Como en el caso de los otros dos filmes el reparto resulta totalmente desconocido para mí: Joanna Kulig, Tomasz Kot, Agata Kulesza, Borys Szyc, Cédric Kahn, Jeanne Balibar, Adam Woronowicz, Adam Ferency, Adam Szyszkowski, etc. Y también como le sucede a "Roma" compite con ella en los próximos premios Oscar para hacerse con el galardón a la mejor película extranjera.
El asunto que plantea es el del amor entre Wiktor (Tomasz Kot), pianista de un grupo coral creado en Polonia para extender el folklore local dentro y fuera del país, y Zula (Joanna Kulig), el alma y el rostro promocional de esta agrupación. El problema surge cuando los dirigentes políticos quieren que el coro cante temas y proclamas a favor de Yosef Stalin. La pareja no está muy conforme con la deriva del grupo y en una visita a Berlín para actuar en la zona oriental deciden escapar al Berlín occidental. La cosa no sale como habían planeado y al quedar distanciados durante más de diez años su amor irá y vendrá de oriente a occidente, de las músicas corales y patrióticas al jazz y al rock'n'roll en clubs de la Europa comunista y no comunista.
Sin ser un musical cinematográfico es cierto que la película tiene momentos en que hace guiños a este género tan popular, además, en los años 50 en Norteamérica. Las escenas de bailes y cantos folklóricos polacos están rodados con el estilo usado no ya en los 50 sino más bien antes, en los años 30 y 40 en películas tan señeras como las protagonizadas en la década de los 40 por Esther Williams y sus ballets acuáticos. Precisamente, las imágenes corales de la primera parte del film recuerdan muchísimo las de los grupos natatorios de Esther Williams formando figuras caleidoscópicas con sus evoluciones. Por otra parte en la historia de amor en blanco negro que es "Cold War" hay una fuerte reminiscencia de "Casablanca", la película que en 1943 dirigiera Michael Curtiz. Quizás más que de reminiscencia cabría hablar de homenaje y deliberadas semejanzas entre ambas creaciones cinematográficas: la desesperada espera de Wiktor por su amada Zula para escapar juntos a la zona occidental berlinesa, el amor de la pareja, el color elegido para el rodaje, la música al piano en clubes nocturnos [en Casablanca y/o en París], la huída de los nazis/estalinistas... FinalTres grandes películas que reconcilian con el séptimo arte y que demuestran que éste no está moribundo. Las tres compiten por el Oscar a la Mejor película en lengua no inglesa; Pawel Pawlikowski y Alfonso Cuarón están entre los directores que luchan por el Oscar al Mejor director; luego ya es "Roma" quien hasta en 10 categorías está nominada al Oscar: Mejor película, Mejor actriz (Yalitza Aparicio), Mejor actriz secundaria (Marina de Tavira), Mejor guión original (Alfonso Cuarón), Mejor dirección de fotografía (Alfonso Cuarón), Mejor diseño de producción, Mejor mezcla de sonido, y Mejor edición de sonido,