román gubern

Publicado el 20 octubre 2014 por Libretachatarra


Interesante reportaje de “La Nación” al catalán Román Gubern, prestigioso analista del cine y los medios de comunicación. Seleccionamos algunos párrafos de este muy buen reportaje que vale la pena leer en su totalidad.


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Este cambio es interesante porque, por ejemplo, la nueva ola francesa no salió del ámbito académico sino de la afición. Hoy, en cambio, todos los países modernos tienen carreras de cine; sin embargo, más que de cine prefiero hablar genéricamente de lo audiovisual: no sólo se forman directores o guionistas de cine, sino también escritores de telenovela, productores de videos musicales, etcétera. Esta transformación tiene que ver con el cambio en los mecanismos de consumo: las películas se ven en la computadora, en el DVD, en el celular. Ya no hay una especificidad del cine sino una modalidad audiovisual con diferentes dialectos (informativo, telenovela, el porno, la televisión en directo). Antes el cine se proyectaba en salas públicas con filas paralelas, ahora ya no es así y eso altera tanto sus lenguajes como las formas de transmitirlos.
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Creo que hay una psicología distinta en cada medio. Por ejemplo, Sex and the City fue tremendamente exitosa como serie pero no sucedió lo mismo cuando pasó al cine. El lenguaje de esa serie está basado en la complicidad intimista del público femenino. En el ámbito público del cine, esa conexión no existe y hace que semejante propuesta carezca simplemente de sentido.
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El porno tenía sentido cuando había censura. Hoy el cine puede retratar cualquier cosa. Al caer la censura, todo se está tornando más explícito y eso hace que en cualquier película pueda haber desnudos. Por eso, el cine X está muerto. Es más, hoy está lleno de parejas que se graban haciéndolo y lo suben a youtube. Imágenes narcisistas de los jóvenes que son colgadas a la red copiando retóricas corporales del cine porno. El cine X está basado en la lógica de la visibilidad óptima: las posturas deben ser escópicamente excitantes en contra de lo que sucede en la vida real. Y en los videos que se suben a la red está copiada esa estrategia, no el modo que la gente efectivamente lo hace.
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Harry Potter va de la novela al cine, de allí al DVD, a la televisión y termina en un videojuego que puede que sea donde hace más dinero. O como Lara Croft, que empieza en un videojuego y después es encarnada por Angelina Jolie. En esos cruces aparecen contaminaciones estéticas constantes. Así es como hoy lo propio del cine es la gran diversidad de estilos. Conviven David Lynch, Steven Spielberg, Lars von Trier, Michael Haneke. Lo propio del cine de hoy es la gran diversidad. Hay incluso mixturas como el video arte que es hijo del espectáculo de cine pero, destinado a las galerías de arte y a los museos, genera un consumo muy distinto.
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La pantalla de cine es la cara frontal de un paralelepípedo en el cual hay un paisaje donde uno cruza, como Alicia en el País del Espejo, e ingresa en ese paisaje. Frente a este nuevo panorama, uno de los caminos elegidos para reforzar esa característica del cine ha sido el revival de la realidad virtual.
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…en los años 50 Mike Todd, Jr. patentó el odorama o smell-o-vision, donde la tactilidad era traída a la sala a través de los olores. Todd produjo una película con ese sistema, llamada Scent of Mystery (1960), en ella el asesino llevaba un perfume y cuando uno lo sentía, sabía que el asesino estaba allí. Pero el film fue un fracaso. De hecho, en la novela Un mundo feliz, Aldous Huxley se refiere a un mundo futurista donde existe el cine táctil (y la tactilidad se logra a través de electrodos aplicados sobre la cabeza que hacen que la historia se sienta con el cuerpo). En ese tipo de aproximación por supuesto lo que prima es el cine porno.
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El diagnóstico es que vivimos la era del audiovisual. El modo como, por ejemplo, se desarrollan las relaciones amorosas en las redes sociales genera ciertas patologías clínicas, decepciones y también algunas consecuencias no queridas del esfuerzo puesto en la optimización: cuanto más me arregle, más posibilidades tengo de que fracase el encuentro personal. Durante el Renacimiento se forjaban pactos matrimoniales a la distancia y se hacía pintar miniaturas de los futuros cónyuges para forjar esas alianzas. Después venía el susto que se llevaban la noche de bodas. Esto es lo mismo que hacemos hoy a través del fotoshop o la construcción que forjamos de nosotros mismos en la red, aunque claro a mucha mayor escala.
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…cuando yo era joven, allá por los años 50, para escribir a la amada se usaba papel perfumado. Se ponían pétalos de flores en el sobre y, en un recuadro al final de la carta, se daba un beso. Era un beso virtual. La caligrafía, los dibujitos en el borde, todo eso estaba lleno de sentido. Aquello ha muerto lamentablemente. Por ejemplo, el tema de la correspondencia. Hay muchos libros maravillosos que son colecciones epistolares, pero hoy los mails nacen y mueren en un instante. Esos libros de correspondencias ya no serán posibles. Hay que tener siempre en cuenta las virtudes pero también las limitaciones que suponen las nuevas tecnologías.
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Se han generado hábitos como la autoprogramacion del usuario, que a la larga perpetúan la estratificación del gusto. Ya existía con los libros pero de manera más imperfecta: uno iba a una librería y elegía lo que quería. Hoy eso se ha extendido y vemos lo que queremos ver cada día. Así, en la cúpula de la pirámide están los que escuchan a Verdi o ven a Visconti y abajo, los que sólo ven la telenovela rosa y jamás se cruzan con otras propuestas. Esto agregado a que los distintos tipos de acceso a las tecnologías, capaz de dividir el mundo entre “inforricos” e “infopobres”, profundiza la desigualdad.
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Yo estaba en Túnez cuando estalló la Primavera Árabe. Primero cayó Ben Ali; después, Mubarak, Kadafhi. En ese proceso las redes sociales fueron clave, pero en el momento de producirse las elecciones ganaron los sectores tradicionalistas. Caen porque los jóvenes usan las redes sociales para la agitación y generan un protagonismo político evidente, pero después de la caída de los tiranos, vienen las elecciones y ganan los partidos tradicionalistas. En las redes los jóvenes letrados convocaban a las manifestaciones. Pero a la hora de votar votaban todos: el mundo rural, los fanáticos, los analfabetos. Los activistas eran minoría. El mundo árabe democrático era la minoría, pero con una visibilidad mediática enorme. Paradójicamente, las redes nos mostraron esa diferencia.
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Creo que siempre, no importa el género, un texto debe tener clímax, un crescendo. Nunca lo había pensado, pero es probable que de una forma inconsciente haya usado estrategias narrativas en los libros. Siempre tengo presente que todo libro debe terminar con un fortissimo. Yo soy un animal omnívoro y ejercer la ficción ha enriquecido mis saberes teóricos. Ha habido por cierto una retroalimentación.
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Yo he vivido dentro de la censura mucho tiempo. De hecho, el tema de mi tesis doctoral fue la censura, y creo que cuando se ponen límites se sabe dónde se empieza y no dónde se acaba. Me parece que es preferible el mal que puede provenir de la no censura a los bienes que derivarían de la censura. Vivimos en un mundo imperfecto, con pasiones ocultas, deseos inconfesables. El ser humano es complejo. Sade existió; el Holocausto también. El cine snuff -aunque nadie sabe si es verdad- también.
Reportaje de CECILIA MACÓN a ROMÁN GUBERN
“Román Gubern: ‘Soy un jubilado activo’"
(la nación, 17.10.14)