Romance del Conde Flórez

Publicado el 15 febrero 2013 por Monpalentina @FFroi

Manolo Bores


Realidad y Fabulación en el Romance del Conde Flórez
Fue de mi padre de quien escuché por primera vez el Romance del Conde Flores, en unas vacaciones de navidad y al calor de la gloria. Como me gustó tanto, me lo pasó a papel, para que pudiera leerlo cuantas veces quisiera. Años más tarde me gustó escuchárselo cantar a Joaquín Díaz y leer que lo había recogido en el norte de Palencia. Años después comencé a ver que se trataba de algo más que un mero romance novelesco, y empecé a interesarme por su simbolismo. Fui encontrando pistas y me hice con otras versiones de forma fortuíta, pero por detrás parecía haber un "seguro azar" que me guiaba. Una de las versiones, me la proporcionó una adolescente a quien gustaban los cuentos y las historias maravillosas. Claro que... me hubiera gustado manejar las cuarenta versiones de que dispuso Ramón Menéndez Pidal. Y, en efecto, todos estos años me han llevado a un punto muy concreto: A comprobar que las manifestaciones folklóricas son la expresión de una concepción del mundo. Así, del mismo modo que los griegos en su mitología dieron forma humana a las fuerzas y fenómenos de la naturaleza, en este romance encontramos seres humanos que representan seres naturales y tenemos una alegoría humanizada del principal fenómeno cósmico. Para demostrarlo, dividiremos el estudio en dos partes: Análisis e Interpretación. Análisis de los elementos del romance A) Argumento: Un Conde se va a la guerra, dejando a su desconsolada mujer el siguiente mandato: que pueda casarse si a los siete años no vuelve. Pasa este tiempo y el Conde no regresa; la mujer, dado el amor que tiene a su marido, inicia una peregrinación en su búsqueda, hasta dar con él, que está a punto de casarse en lejanos lugares. Se produce el encuentro, el reconocimiento y la vuelta del Conde con su primera mujer (final feliz). B) El protagonista masculino: La primera versión que conocí le daba el nombre del Conde Flores, y esto es clave en la interpretación: es un nombre relacionado con la naturaleza y más concretamente con la primavera. Otra versión, la recogida en el libro sobre "La Pernía" por Froilán de Lózar, habla de Don Brillante, nombre muy sugerente. Y otra, recogida en el libro de lectura de los años cuarenta, es esclarecedora con el nombre del Conde Sol. C) Los protagonistas femeninos: Esposa que sufre el abandono de su marido y que sale a la búsqueda del mismo tras una espera prolongada. La futura esposa, se ve abandonada –en otra versión– al reconocer el Conde a la anterior. Interpretación conjunta de los elementos El protagonista masculino es el sol y las dos mujeres dos hemisferios de la tierra (Oriente y Occidente). El sol celebra bodas con una parte de la tierra (calentándola y haciéndola con sus ropas, fértil) durante la época de primavera-verano. A continuación, el sol abandona a esta mujer (que esperará como Ceres a Perséfone durante el otoño–invierno) y se va a otra parte de la tierra, a la que fecunda. En la versión que aparece sobre la Pernía, dice la segunda mujer: de siete meses preñada/ y ahora me vino a dejar. El ciclo se repite: El Conde Sol sigue su camino, vuelve a la tierra que abandonó. Luis Alberto de Cuenca, escribe que son muchos los romances que tienen como motivo "la partida", es decir, el salir de viaje y la posterior vuelta; y reconoce en ellos una indudable y lejana referencia al ciclo anual de la naturaleza". Por supuesto que nos encontramos dentro de una mentalidad primitiva (muy primitiva): el sol se mueve, se aleja (hacia Portugal, hacia Occidente). Lo que sí coincide con la conciencia es el movimiento de la tierra que va buscando al sol (traslación) porque lo necesita para vivir. La esencia de este romance, pues, es una materia de orígen remotísimo: leyendas, cuentos o mitos antiguos, propios de las sociedades agrarias, que se angustiarían ante la muerte del sol y que celebrarían su vuelta con alborozo (fiestas del fuego, hogueras de San Juan). Dice Pidal que el romance pertenece a la tradición común con otros pueblos y que un canto muy parecido se conserva en el norte de Italia, Iglaterra y otros países en el ámbito de lo que podemos llamar cultura del frío. Veamos: a) El sol es protagonista de cuentos y narraciones en forma de caballo o de carro tirado por caballos, como aparece en los pueblos indoeuropeos (recordar la fábula griega de Faetón conduciendo el centelleante carro del sol). En este romance lo vemos como un hombre superior, de alcurnia (un conde), dado que los romances nacen en la Edad Media. Cualquiera de sus nombres es un signo: el sol vaga por los espacios reportando bien al territorio donde se detiene: Allá en un pradito verde con un pastor se fue a dar ?De quién es ese ganado, que todo es de una señal? De don Brillante, señora, mañana se va a casar." b) El amor como motor de la búsqueda lo tenemos en la historia de Cupido y Psiqué (el alma) era tan hermosa que todos los hombres se enamoraban de ella, cosa que incluso ocurrió a Cupido (dios del amor), que se casó con ella, pero con una condición: que nunca vería su rostro. A tal fin la visitaba por las noches. En una ocasión Psiqué, intrigada, consiguió ver su hermoso rostro a la luz de una lámpara. Cupido se despertó y, como castigo, la abandona. A partir de ese momento, Psiqué comienza a deambular por el mundo buscando a Cupido, hasta que su fidelidad es premiada por Venus (diosa del amor) que pudo reunirse con Cupido en los cielos por toda la eternidad. c) El alma –nos dice esta misteriosa historia–, después de conocer al amor no puede vivir sin él. Este esquema–conocimiento–búsqueda–reencuentro se repite de forma poético-mística en "El Cántico Espiritual", de San Juan de la Cruz, en el que el alma/amada no puede sobrellevar la ausencia del divino esposo. Tras la búsqueda, la amada se reune con su amado y lo goza. Es posible que la fabulación legendaria del romance pertenezca a alguna religión mistérica que explicaba un fenómeno natural de forma tan hermosa. Lo que no podemos poner en duda es que, el sustrato que alimenta el romance es la adoración o culto al sol, tan propios de los pueblos célticos que vivieron por estas tierras del frío. Ellos también cantarían lo que se pierde. Bibliografía ALCALDE CRESPO, G.: La montaña palentina: Tomo 3º. "La Pernía" ALONSO PONGA, J.L.: Tradiciones y costumbres de Castilla y León Colecc.N.Cast. DECUENCA, L.A.: Necesidad del mito (Edit.Planeta) ELIADE, M.: Mito y realidad (Guadarrama) Gil, R.: Los cuentos de hadas: historia mágica del hombre (Salvat) MARTÍNEZ MENCHEN, A.: Cuentos Populares Españoles (M.Educ y Ciencia) MENÉNDEZ PIDAL, R.: Flor nueva de romances viejos (Colecc.Austral) RODRÍGUEZ ADRADOS, J.: Dioses y héroes: mitos clásicos (Salvat) PROPP.V.: Morfología del cuento (Editorial Fudamentos) PROPP.V.: Orígenes históricos del cuento (Editorial Fudamento)
FOLKLORE © Manolo Bores

Revista literaria Pernía, Núm.10 Julio de 1985 Editada y dirige: Froilán de Lózar