Románico versus Simal

Publicado el 02 diciembre 2022 por Monpalentina @FFroi

En una provincia que para algunos, sorprendentemente, era un invento de la mente, vamos, que negaron que existiera, tenemos el privilegio de contar con la mayor concentración mundial de ermitas e iglesias de estilo románico. Tampoco debe preocuparnos en exceso que no todo el mundo se lo crea, o no les cause admiración esta noticia, dado que son muchas cosas las que ahora nos preocupan. No obstante, creo que debemos insistir en ello para llegar al mayor número posible de palentinos, porque si uno no entiende y valora lo que tiene cerca, mal puede convencer a los demás del patrimonio que atesoran otras provincias. No hay que olvidar que en medio de todas esas iglesias que se nombran, además de las que visitamos con frecuencia, existieron otras, como bien recuerda Cristina Párbole en uno de sus post, al mencionar la de Villalaín, de la que solo tenemos imágenes y notas tomadas al vuelo por Ángel García Guinea.

Uno se imagina el Concejo de pueblo donde se abordaba la construcción de un nuevo templo, cómo trataban de encontrar el mejor lugar para asentarlo, de qué manera nacen para la historia del pueblo y de la provincia, ermitas tan hermosas como la de Barrio de Santa María, o la de Vallespinoso de Aguilar; la búsqueda, que se supone, para encontrar la mejor piedra, y al maestro cantero que dirija la obra. Queremos, por lo general, algo sencillo: una cabecera semicircular, una nave, una o dos portadas y una torre o espadaña que haga las funciones de campanario. Y mira tú por donde, aquello que era síntoma de pobreza, porque lo que se pretende siempre es lucir bien, que todo sea más grande, que lo mío sea mejor que lo del vecino..., es ahora un síntoma de equilibrio artístico y ahí siguen ocho siglos más tarde dando testimonio.

Una ruta, además, que abrirá los ojos del viajero a los encantos de la naturaleza, la riqueza geológica, los caminos que nos llevan por cuevas, rutas y pueblos preciosos. Ciertamente, como decían los viejos lemas: Venir es Volver. Y aquí está Simal para corroborarlo.

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