GOTAS DE OPINIÓNROMANTICISMO CONSTITUCIONALA la democracia venezolana, que se encontraba en cuidados intensivos desde hacía mucho tiempo, le fue retirada la intubación que la mantenía en vida artificial. Le entregó su alma al pueblo, precisamente de donde venía. Tan doloroso acontecimiento obliga a cambiar tácticas y estrategias, en la lucha que se mantiene para restablecer el Estado de Derecho, hoy más vulnerado que nunca por ese nuevo “poder constituido”, al que la tiranía denomina asamblea constituyente, parapeto oficial recientemente armado. Pensar –o creer, que sería peor aún– que la vía pacífica y electoral es la única adecuada para someter a la criminal cúpula dictatorial, es, por lo menos, ingenuidad o romanticismo. Debo confesar, con la responsabilidad que la tragedia exige, que hasta hace una semana defendía la tesis de que la oposición participara en las elecciones regionales. Pero los hechos, que son una evidencia irrefutable, me obligan a sumarme a las voces, incluso internacionales, que piden a gritos que se combata a la dictadura sanguinaria y corrupta que se ha entronizado en el país, con todos los recursos alternativos que estén a la mano, sin descartar los eventos democráticos cuya viabilidad esté garantizada.Nueve de cada diez venezolanos repudian y vomitan a la dictadura y a la delincuencia política que la protagoniza. Ya este hecho, por sí solo, representa un extraordinario componente para enfrentar al dictador y a sus cómplices de fechorías. Más de siete millones y medio de venezolanos, de personas dispuestas para el combate, se pusieron a la orden de la resistencia política opositora, cuando el pueblo fue consultado al respecto, el 16 de julio reciente.Ahora lo que hace falta es decisión y disposición de los líderes democráticos, para canalizar y movilizar esa fuerza, la cual se haría temible ante los ojos de los sátrapas cobardes de la dictadura. Es lógico que esa proporción de ciudadanos, sin duda listos para un combate definitivo, está integrado por civiles y militares. Ya éstos últimos emitieron una señal suficientemente emblemática, para dejar al desnudo la fragilidad de los mecanismos de defensa del régimen.
Antes de concluir quiero explicar en qué fundamento mi cambio de actitud. Sabíamos que el régimen se empeñaría en materializar su mamotreto constituyente; pero hacía falta conocer sus intenciones ulteriores. Pues ya son del dominio público: los primeros actos del cachivache constituyen otra carta de presentación de la dictadura, de ahora en adelante. Destituyeron a la Fiscal General de la República, transformaron al Defensor del Pueblo en acusador, asaltaron la sede del Parlamento al mejor estilo de Fujimori en Perú, y, entre otros desmanes, como si fuera poco, se arrogaron un poder supraconstitucional para ejercerlo durante dos años consecutivos. ¿Será con derecho a prórroga por períodos similares? Frente a un descomunal descaro dictatorial como estos hechos, ¿cuál es la garantía para el pueblo opositor y sus líderes, en cuanto a una eventual participación en las elecciones regionales? ¡Siempre tendrán un suprapoder ilegítimo por encima! Planteada la situación en tales términos, a muy pocos o a nadie se le ocurriría seguir combatiendo a la dictadura con métodos democráticos convencionales. Tal comportamiento habría que considerarlo como un trasnochado romanticismo constitucional. ¡Una infeliz manera de lavarle la cara a la dictadura!
Antonio Urdaneta Aguirre @UrdanetaAguirreurdaneta.antonio@gmail.com
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