Roncesvalles y Saint-Jean Pied de Port, entre España y Francia

Por Atableconcarmen @atableconcarmen

 
 
¿Cómo convertir un fin de semana tipo L en uno tipo XXL?
   No penséis que el cambio climático me está afectando las neuronas pero, aunque está mal que yo lo diga, me he convertido en una experta en estirar ciertos fines de semana largos como si fueran goma de mascar. Así que basta que se me presente un fin de semana de tres días, tipo L, para añadirle un día más y convertirlo en XL. Si a esto le sumo que en vez de partir de viaje el primer día libre lo hago en cuanto termina la jornada laboral, pues me encuentro con un fin de semana XXL y eso sí que es maravilloso, por que de 3 paso a 5 días.
Esta fórmula es la que he aplicado en la escapada otoñal de este año, de la que ya os avanzaba algo en Escapada otoñal: País Vasco-Francés y Selva de Irati
 
  Salimos a primera hora de la tarde hacía Olite, y más que una tarde otoñal parecía una tarde veraniega por que no había forma de que el termómetro bajara de los 30ºC e hicimos casi todo el trayecto con el aire acondicionado puesto.
Cuando llegamos al Parador Príncipe de Viana, donde nos alojábamos, comenzaba a anochecer. Una copa antes de cenar y una cena gastronómica, de las que ofrece Paradores con los mejores productos de cada zona, nos hicieron olvidar por completo que la jornada había sido laboral para nosotros.
Al día siguiente y tras un desayuno en modo slow de esos que sólo se disfrutan en vacaciones, salimos hacia Roncesvalles. Nosotros ya conocíamos Olite de una visita anterior, altamente recomendable. Si necesitáis más información daros una vuelta por la crónica que publiqué en Olite, un viaje en la historia y en el tiempo.
Desde Olite se llega a Roncesvalles en menos de dos horas. Fue comenzar a acercarnos y el tiempo cambió rotundamente: una fina lluvia, casi pulverizada, caía sobre nosotros y obligaba a los peregrinos del Camino de Santiago que inician su ruta en Roncesvalles o en Saint-Jean Pied de Port, y que comenzamos a cruzarnos en la carretera en los pueblos cercanos,  a utilizar sus impermeables. 
  
 
No me imaginaba Roncesvalles tan pequeño. Vamos que si te descuidas y no te desvías hacia uno de los aparcamientos, te sales de la población en dirección a Francia. Nosotros aparcamos y dimos un paseo por este estratégico municipio de los Pirineos que hace de frontera con Francia.
 
    
  Con fuertes raíces históricas, a Roncesvalles se le conoce por el ser el lugar de la derrota de Carlomagno y por ser punto de partida elegido para iniciar el Camino de Santiago. Paseamos por los alrededores de la robusta edificación de la Colegiata que fue antiguo hospital de peregrinos y donde está la tumba del rey Sancho VII, uno de los mejores ejemplos de arquitectura medieval y también nos acercamos a la Iglesia de Santiago y al Silo de Carlomagno.
 
    
  Seguía llovizneando cuando volvimos a la carretera en dirección a Saint-Jean Pied de Port, de hecho durante la bajada del puerto de montaña tuvimos algo de niebla. Pero niebla y lluvia desaparecieron en cuanto llegamos a esta bellísima villa medieval que se encuentra rodeada por unas murallas de gres rosa.
Aparcamos a las puertas de las murallas, en cinco minutos o menos estábamos en el centro, no hay cosa que sea más incapaz de comprender que aquellos que intentan ir con el coche hasta el km. 0 de cada lugar, con lo placentero que resulta pasear e irte cruzando y descubriendo los pueblos y las ciudades.
 
    
  Me enamoraron sus calles empedradas, sus casas antiguas de bellas fachadas, el puente y las magníficas vistas sobre el río Nive con las casas al borde del agua, imposible dejar de fotografiarlas.
 
    
  Recorrimos la calle Ciudadela con sus preciosas tiendas, admirando las pintorescas fachadas de las casas que datan de los siglos XVI y XVII, y que lucen en sus dinteles, orgullosas, la marca de su identidad.
 
    
  Seguimos por el camino de Ronda, ascendiendo en busca de la Ciudadela, construida por Richelieu y remodelada por Vauban, desde donde se contemplan unas maravillosas vistas de esta villa del País Vasco-Francés. Merece la pena subir hasta allí, por que el esfuerzo se ve recompensado por la panorámica.  
  
 
  
 
  Bajamos por el mismo camino, empedrado y resbaladizo. Traspasamos la bella puerta Saint-Jacques, paseamos junto a la orilla del río y volvimos por la calle de España. Magnífico entorno el que rodea a Saint-Jean Pied de Port y muy agradable vagabundear por sus calles, tranquilas en esta época en las que resulta fácil impregnarse de otoño.   
  
 
  
 
 
  A media tarde nos fuimos hacia Ochagavía, bella población del Pirineo Navarro en el Valle de Salazar donde nosotros habíamos elegido nuestro alojamiento, el Hotel Rural Auñamendi. Un alojamiento de calidad, con amplías, modernas y cómodas habitaciones, algunas abuhardilladas, como la nuestra, de forma que por la noche podíamos contemplar tumbados la luna llena y las estrellas.
 
     
 
  
 
En Ochagavía, nos recibió una tarde soleada y despejada, hay que ver cómo cambia el tiempo en esta zona en cuestión de pocos kilómetros, y cómo la curiosidad nos mata, todavía tuvimos tiempo de cambiar al atuendo de senderismo y hacer una pequeña ruta, pero eso os lo cuento en la próxima crónica.
 
  
 
  Otras crónicas de esta escapada:
  • Escapada otoñal: País Vasco-Francés y Selva de Irati
  • Roncesvalles y Saint-Jean Pied de Port, entre España y Francia

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