Griegos, celtas, íberos, romanos, bizantinos, cartagineses, fenicios, tartesios, visigodos y árabes.
Todos apreciaron nuestros vinos y todos dejaron huella de su paso a través de nuevas variedades de producción, herramientas y tecnología.
El edificio del museo fue un antiguo palacio nazarí y anteriormente romano y posiblemente íbero. En la rehabilitación llevada acabo apareció un antiguo resto de friso romano y una pileta de lagar posiblemente íbera.
El recorrido por el museo abarca tres partes bien diferenciadas: La historia, la elaboración y la cata. Se lleva a cabo a través de sus doce salas temáticas.
El museo funciona como Escuela de Cata y además se organizan visitas a las más de 20 bodegas que hoy ocupan el lugar de aquellos antiguos productores que eligieron Ronda para hacer grandes vinos.