Este conjunto de ingeniería civil es uno de los emblemas más universales y conocidos de Ronda. Se trata de una gran garganta que divide el casco urbano de la ciudad en dos partes, conocida más popularmente cómo El Tajo. El cañón es salvado por el Puente Nuevo, obra del arquitecto Martín de Aldehuela. Es sin duda una de las atracciones arquitectónicas más importantes de Ronda. Con una altura de noventa y ocho metros se puede ver en su montaña las marcas que el agua ha dejado tiempo atrás. Actualmente el caudal del rio es muy inferior lo que deja al descubierto un espectacular desfiladero de donde se pueden conseguir imagenes preciosas. El primer proyecto data de mil setecientos treinta y cinco y a lo largo del tiempo a sufrido algún que otro percance cómo el derrumbamiento de uno de sus arcos. Se construyo a base de piedra extraida de la garganta del Tajo y hoy día se mantiene en muy buen estado.
Se observa el su fondo el agua verdosa del río Guadalevín desde sus casi cien metros de altura. Al norte, la sierra rondeña, al sur, las múltiples terrazas de los Jardines de Cuenca. Descendemos unas escaleras que nos llevan hasta el corazón mismo del Puente Nuevo, construcción cuya inauguración data de mil setecientos noventa y tres, tardándose veintinueve años en construir. Sobre su ojo central hubo una cárcel, ahora un centro de interpretación donde se narra al detalle la construcción y reconstrucción del puente, las vicisitudes de Ronda para comunicar ambas partes del municipio y la estrategia arquitectónica que se siguió para poder salvar el desnivel del Tajo gracias al saber hacer de Martín de Aldehuela. La visita es instructiva, pero lo que satisface realmente es saberse en el interior de esa mole, de esa obra de arte de la arquitectura, saberse en el corazón mismo de la ciudad rondeña. El puente fue inaugurado a finales del siglo XVIII y se convirtió en un excelente mirador desde donde se divisa una interesante panorámica del entorno de la ciudad.
Morfológicamente, el Puente Nuevo de Ronda está compuesto por tres cuerpos bien diferenciados. El piso inferior hace las veces de cimentación de la obra y consiste en un arco de medio punto bajo el cual discurre el río Guadalevín. Utilizándose la piedra del fondo del Tajo para su construcción, pudiéndose observar huellas de la extracción de los sillares. El Puente Nuevo sobre al Tajo de Ronda es el monumento por excelencia que todo aquel que visita la ciudad malagueña debe conocer. Tiene una anchura máxima de cincuenta metros que permiten atravesar la garganta de aproximadamente quinientos metros de longitud que separan la parte de la ciudad nueva de la antigua. Decir que Ronda debe de estar como destino preferente de todo buen viajero que aun no la conozca pues es una pequeña joya que permite a todos sus viajeros disfrutar al máximo y sacar mucho partido a la cámara de fotos.
El segundo piso, el más grande, consiste en una estructura maciza apoyada en las paredes del tajo con un arco central de medio punto de grandes dimensiones. El Puente vino a ser el tercer medio de pasar de un lado a otro de la ciudad después del Puente Viejo y el Puente Romano, de la época Romana. Los sillares del mismo se sacaron de su base, donde podemos encontrar aún sistemas de regulación del caudal que, en otros tiempos, era bastante más abundante que hoy en día. A los pies del puente, una pequeña cascada causada por un salto de unos veinte metros ha excavado una pequeña laguna que constituye una estampa preciosa a los pies de tan magna obra de ingeniería. Cómo se puede comprobar por las fotografías, el puente sigue siendo plenamente útil y está bastante bien conservado, limpias las sillerías y en un estado bueno de conservación, pese a la suciedad que se acumula en su base y que se limpia esporádicamente.
En la parte superior, se encuentran las dependencias del puente, utilizadas antiguamente como prisión, así como dos pequeños arcos de medio punto a ambos lados que sostienen la estructura sobre la que discurre la calle. A ambos lados de la calle hay cuatro balcones que permiten obtener una visión vertical del monumento desde donde se aprecian los casi cien metros de desnivel y las vistas de las casas colgando sobre el mismo borde del precipicio, son espectaculares. A ambos lados se extiende Ronda, una ciudad pequeña y recogida con una amplísima abundancia de monumentos y de locales de ocio volcados en el turismo, principal fuente de ingresos de una ciudad que habría llegado a competir, en algunos aspectos con la misma Sevilla. Dan fé de ello su Maestranza de Caballería con su plaza de toros donde se celebran sus populares rondeñas o la Iglesia de Santa María la Mayor, que habría intentado ser copia de la Catedral Hispalense.
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