El 2 de abril de 1922 moría en el quirófano, por una peritonitis, un casi desconocido psiquiatra suizo de 37 años. Solo nueve meses antes, aquel médico había publicado su libro Psychodiagnostik, que apenas había atraído atención y en el que proponía una serie de figuras de manchas de tinta como método de diagnóstico mental. Hoy el test ideado por Hermann Rorschach es quizá la prueba psicológica más popular del mundo, que incluso ha inspirado a artistas como Andy Warhol. Sin embargo, un siglo después persiste una pregunta: ¿es científicamente sólido?
La relación de Rorschach con los borrones se remonta a su adolescencia, cuando en la fraternidad de su escuela le conocían como Klex, “mancha de tinta” en alemán. (…) … este sobrenombre se debía a la habilidad de Rorschach con la pintura. Fue años más tarde, durante sus estudios de medicina en Zúrich y muy influido por el auge del psicoanálisis, cuando comenzó a interesarse por las manchas de tinta, que se habían empleado antes como prueba de creatividad. Ya como psiquiatra, comenzó a mostrarlas a pacientes para estudiar sus reacciones.
Finalmente, de entre cientos de figuras, Rorschach eligió las diez que integrarían su test. Las escogió por su calculado grado de ambigüedad, cinco de ellas en negro, dos en negro y rojo y otras tres con varios colores. El psiquiatra diseñó su prueba como un método de diagnóstico de la esquizofrenia. Sin embargo, a partir de 1939 comenzó a adoptarse como lo que originalmente se denominaba test proyectivo de personalidad, un tipo de prueba psicológica abierta que permite al analista indagar en las emociones y motivaciones ocultas.
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Pero en los años 60, John Exner diseñó una metodología rigurosa para estandarizar el test y sus resultados. Actualmente, el test es sistemático incluso en las posiciones de analista y sujeto. Y al contrario de la idea popular, la clave de la prueba no estriba solamente en lo que el sujeto ve en las manchas, de hecho, esto es menos relevante que otros aspectos, como sus reacciones, lo que dice y cómo lo dice, o en qué rasgos de la imagen se fija (forma, color o detalles).
Sin embargo y a pesar de la estandarización, numerosos psicólogos han criticado la validez del test y la variación dependiente del experimentador, además de su aplicación más allá de su propósito original. A no pocos expertos les preocupa su frecuente uso en juicios criminales, sobre todo teniendo en cuenta la tendencia del test a sobrediagnosticar trastornos mentales, según los críticos.
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Por todo ello, en 1999, el psicólogo Howard Garb recomendó una moratoria del uso del test para fines clínicos y forenses hasta que nuevas investigaciones determinaran su validez real, una iniciativa a la que se unieron otros expertos como James Wood, Teresa Nezworski y Scott Lilienfeld.
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En 2013, un extenso estudio encabezado por la psicóloga Joni Mihura, de la Universidad de Toledo (EEUU), reunió revisiones científicas y metaanálisis sobre el test. Las conclusiones parecían rehabilitarlo parcialmente, al menos para sus usos originales: “el Rorschach es un test útil si se utiliza en línea con la investigación actual y las normas adecuadas. (…) …la fortaleza del Rorschach es evaluar la psicosis”.
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JAVIER YANES
“El test de Rorschach, ¿ciencia o pseudociencia?”
(open mind, 01.04.18)