Tengo amigos que no aprecian en absoluto a estos vinos que, en mi opinión, pueden ser los más elegantes y refinados compañeros de un buen menú degustación y he de reconocer que para mí no es una afición que me acompañe desde hace tiempo, al contrario, es otra afición reciente.
Y cuando penetras en el mundillo de los rosados te encuentras con mucha gente, sobre todo de algunas regiones, particularmente Rioja, que nombran indistintamente al mismo vino como rosado o clarete e incluso me he encontrado con personas que creen que ni siquiera son un vino, sino que provienen de la mezcla de vinos, práctica que hay que dejar muy claro que está prohibida y que no es la forma en la que se elaboran rosados y claretes.
Actualmente, la normativa europea ha eliminado la denominación clarete, por lo que teórica y legalmente estos vinos no existen, aunque no es del todo cierto.
Hace no tantos años, los claretes eran los vinos más consumidos en España, por encima de tintos y blancos y los rosados casi no existían, pero a día de hoy, son los claretes los que han desparecido y los rosados no acaban de convencer al público para sorpresa de éste que escribe.
Pero, volviendo al título del artículo, ¿qué diferencia a los rosados y a los claretes?.
Básicamente la vinificación, la elaboración del vino, que en el caso del clarete es como si fuera un vino tinto y en los rosados se hace como un vino blanco. Vamos al detalle.
Vinos claretes:
Aún a riesgo de ser pesado, reiteraré que la práctica de mezclar vinos tintos y blancos está prohibida y la denominación clarete no existe legalmente en la UE, pero más allá de esto, aclarar que los vinos claretes se elaboran a partir de uvas tintas o blancas y tintas y se elaboran como un vino tinto. Pero ojo, también pueden elaborarse con mezcla de mosto de uvas tintas y blancas.
Vinos rosados.
Los rosados se elaboran a partir de uvas tintas o mezcla de blancas y tintas para, a continuación, proceder de una de las dos siguientes formas:
1.- Dejando macerar en frío las uvas después del despalillado y estrujado durante un período de 8 a 24 horas (cuantas más horas, mayor intensidad de color final), para posteriormente efectuar un sangrado, es decir, una extracción de mosto sin hollejos que con la adicción de levaduras se elaborará como un blanco.
2.- Prensando directamente la uva, para vinificar posteriormente como un blanco. En este caso el vino tendrá mucha menor intensidad de color y posiblemente mayor presencia tánica en boca.
Una técnica para distinguir el rosado del clarete es a través del color, pues los rosados son eso, rosas, con matices rubíes, frambuesa, etc... y los claretes suelen ser más anaranjados, pero ojo, esto no es infalible, pues hay rosados procedentes de mezclas de uvas tintas y blancas con poco color y éste es anaranjado (muy típico en muchos rosados catalanes y provenzales) y además, si el rosado lleva tiempo embotellado, se habrá oxidado y su color habrá virado hacia el naranja.
Ahora sólo me queda recomendaros su consumo, ideal como acompañantes de menús largos y estrechos con diversidad de platos o como buenos compañeros ante un pescado azul, un plato de pasta o... ¡qué narices!, ¡de otra copa y buena compañía! Si te ha gustado este artículo, te gusta el blog, o te has tomado una copa de más y no coordinas muy bien tus actos, ¿nos das tu voto?, venga..., ¡si no duele!