Rosalía de Castro, españolista

Publicado el 04 enero 2013 por Cronicasbarbaras

Si Alberto Núñez Feijóo reaccionara ante el nacionalismo como hizo Rosalía de Castro, la madre de la patria gallega, dejaría de hablar gallego y usaría sólo el castellano tras su mensaje de fin de año desde la casa de la poetisa en Padrón, cerca de Santiago.

La que era una poeta a mediados del siglo XIX sin ninguna veleidad separatista ha sido transformada por el nacionalismo en una heroína de la “Galiza combatente”, un radial independentismo satélite de la lusofonía ajeno a su personalidad.

Se acusa ahora de sacrilegio al presidente autonómico del PP tras el discurso a sus paisanos desde la casa de esa mujer sensible, cuyos poemas en gallego inspiran a demasiados quejumbrosos y cursis seguidores.

Rosalía (1837-1885) colaboraba en castellano con “El Imparcial”, de Madrid, donde escribió una serie titulada “Costumbres gallegas”. Hay dos artículos en concreto, las de los días 28 de marzo y 4 de abril de 1881, que merecen antención.

Narraban que cuando aparecía un náufrago en la costa quien lo recogía lo albergaba en su casa y atenuaba su desamparo entregándole como consuelo a la mujer más atractiva de la familia.

Fue tal la irritación que provocó esta revelación en el orgullo herido de los embriones del nacionalismo y tales los ataques que recibió, que Rosalía le escribió a su marido, Manuel Murguía, fundador de la Real Academia Gallega:

“Ni por tres, ni por seis, ni por nueve mil reales volveré a escribir nada en nuestro dialecto” (…) “Mi resolución de no volver a coger la pluma para nada que pertenezca a este país, ni menos escribir en gallego”.

Y así hizo. Un año antes de morir redactó su gran poemario, “En las orillas del Sar”, que resultó en castellano superior a las anteriores en gallego, y gracias a la cual ha entrado en la Historia de la Literatura Universal.

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James Skinner

El artículo que publica James este mes en Hackwriters se titula The Spanish Monarchy 2013. Es un análisis de la historia del Rey y su familia hasta hoy.

Aunque quiere ser optimista, el último párrafo, se diría que la conclusión, es pesimista, y no por Don Juan Carlos, sino por quienes nos gobiernan.

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SALAS