Hoy se celebra la gala de entrega de los premios Max. Y por primera vez, en la sala de prensa no estará a mi lado Rosana Torres, que sigue en Barcelona con sus trabajos de rehabilitación, después del violento revés de salud que sufrió. Hace tiempo que quiero hablar en este blog de Rosana, y los Max, que hemos compartido año tras año, me parecen una ocasión perfecta.
Rosana Torres es una periodista excepcional, una profesional excepcional y una persona aún más excepcional. Es un cascabel que anima todas las ruedas de prensa. Ama el teatro con una pasión exuberante, pero ama sobre todo a las gentes que lo hacen posible, desde el más inaccesible de los actores o directores hasta el más humilde de los acomodadores. Alguien le caerá mal, supongo, pero a mí no me o ha contado nunca. Rosana siempre lleva la sonrisa puesta. Una sonrisa, lo sabéis, luminosa, cordial. Es muy curiosa y vitalista, además de cariñosa. Conocerla significa quererla. Conocerla más significa quererla más. Algún defecto tendrá, no digo yo que no, pero si yo sabía alguno se me ha olvidado. Y además, ahora no viene al caso.
Hay un rasgo en Rosana que me gustaría destacar, y creo que es el que la define por encima de todos: y es su generosidad. ¡Cuántas veces me lo ha demostrado! En estrenos, en ruedas de prensa, en entrevistas. Desde hace unos años formamos pareja artística; nos gusta compartir entrevistas. «A Julito y a mí ponednos juntos -les dice a los jefes de prensa-. Así tenemos el doble de tiempo, y nunca, nunca, hemos coincidido en el titular». Efectivamente, nuestras entrevistas conjuntas son enriquecedoras, al menos para mí; me ofrece puntos de vista diferentes y tiene inquietudes distintas de las mías, y los textos salen beneficiados. (Me gusta más hacerlas individuales, que conste, sobre todo en algunos casos).
En septiembre de 1998, se estrenó «Arte» en Madrid. En la rueda de prensa, me enteré de que la autora, Yasmina Reza, venía al estreno, y pedí una entrevista. También lo hizo Carlos Mínguez, de la agencia Efe. Concha Busto nos dijo que era imposible, que solo iba a conceder una, y que hacía unas semanas la había pedido Rosana Torres (que, naturalmente, se había enterado antes que nosotros). Rosana, entonces, renunció a su «exclusiva» y dijo que la hiciéramos los tres. Y la hicimos. Es solo una muestra de la generosidad de Rosana.
Habréis comprendido que este post es, básicamente, una declaración de amor.
Le he «robado» la foto a teatro.es. Espero que no les importe.