Por si no teníamos poco con las ocurrencias de Mourinho aparece el presidente del Barsa con la bandera idiomática por montera; éramos pocos y parió la burra.
Pero el consuelo de muchos buenos barcelonistas es Mourinho. Tal vez por los años en que lo tuvieron amamantado con biberón en la ciudad condal personajes parecidos a los anteriores, el luso saltarín no pierde ocasión de dar la nota tonta de la semana. Y cuando no es con sus futbolistas la toma como todo lo que suene a español. Su absurda fijación con los éxitos de nuestro fútbol y de los personajes que lo integran es paralela a la tremenda frustración que tiene por no ser la salsa de todos los parabienes del mundo futbolístico. Y todo ello es producto de un mal disimulado complejo de inferioridad que se acrecienta por su consabido narcisismo.
Dice el de Setúbal que es muy difícil ser portugués en España. ¡Mira ver, Maribel! Lo que es difícil en cualquier sitio del mundo es opositar a tonto, demostrarlo y que no se note. Pero vamos a ver, hombre, está usted en uno de los mejores clubes de España y del mundo, por no decir el mejor; tiene más poder que ha tenido en él nadie en su historia y le han traído a los jugadores que ha pedido, salvo alguna discutible petición; cogió una plantilla extraordinaria a su llegada y goza del aprecio de una parte considerable de su afición; aunque menos de las que debería, ha ganado algunas cosas en los tres años que lleva; hasta ahora le han respaldado sus dirigentes, y sigue usted saliéndose del tiesto cada dos por tres. ¿Pero qué quiere más? Si lo más fácil en su posición es ser elegante, educado, generoso y magnánimo con todo el mundo, ¿por qué se empeña en topar semana sí y semana también contra todo lo que no sea de su cuerda? Algunos lo tenemos muy claro: no puede remediar tener celos de cualquier otro que consiga algún éxito que a usted se le resista. Pues lo lleva claro, porque para llegar a tener la categoría personal y profesional de un Vicente Del Bosque, por ejemplo, por no hablar de su currículum como jugador – ya imposible- y como técnico – muy improbable- le faltan a este individuo muchas cosas; entre otras talante, además de talento. Su última perla ha sido denunciar que le han dado al español la distinción de mejor entrenador del mundo el año pasado quitándoselo, asegurando que le han llamado algunos votantes diciéndole que le habían votado a él y no al salmantino. Se ve que no ha leído al conde de Romanones cuando se lamentaba de que todos los académicos le habían asegurado el voto personalmente para entrar en la RAE y que luego sólo obtuvo el de quien lo apadrinó. Su famosa exclamación de ¡qué banda! se la podría haber copiado el portugués echándole inteligencia al asunto.
Tal vez el mejor consejo que deberían seguir los citados es aquel que alumbra que a veces es mejor hablar poco y pasar por tonto, que hacerlo en demasía y demostrarlo.
Mientras, menos mal, los futbolistas de ambos equipos parece que se han entonado en el tramo final de la temporada. Que Dios reparta suertes y alumbre a algunos.