Es la primera vez que escribo algo con cuarenta años y es la primera vez que escribo algo y Rosendo es pasado. Es el peor de los escenarios imaginables para un tipo de Carabanchel cuyo redondo cumpleaños coincide con el fin de una era. No afirmaré que soy el mesías del barrio pero, eh, la duda me la he ganado calendario en mano y tras no pocas visitas al Mala Vida (donde una noche, en orgullo la tengo, al entrar pusieron Bruce porque la anterior, quien sabe cuando fue, me fui sin más).
El Mala Vida es el de Aluche, al lado de Campamento. Al que se llega caminando por un tunel carpiano de puta madre. Según vas pasando te falta saludar a ambos lados sabedor de tu fatal destino. Y está pletórico de fotos de Rosendo el garito, asi que cuando llegas no sientes muerte, sientes vida.
Yo creo que el barrio donde las calles no tienen nombre es Carabanchel. Es genial eso a estas horas. Así me lo invento y las calles se llaman Clara, Nicolás, Bruno, Galko, Gaspar Llamazares, Enrique Ortiz, Paul Hewson. No sé, lo normal.
Y es un flipe porque sigo sin hablar de lo del conci. A ver, es que eso es lo fácil. Sé lo que decir para que sea real y no mentir. ¿Acaso no fue lo más? Rockero, contundente. Pues no dice Rafa que la de Leño fue Black Sabbath.
No me apetece detallar, prefiero solo dejar ir. Me parece ligeramente zafio decir lo que sea, pero es que Por meter entre mis cosas la nariz, El ganador (qué fuerte), Deja que les diga que no... Mala vida, Y dale!, Verguenza Torera.
Ah, sí, joder, hostia puta, El tren era la de Black Sabbath. Pues es verdad, un cañón (y que va de drogas, Alejandro, bonito, que lo dice Alfon). Luego algo acontece porque ya desde antes, se siente. Pocas canciones se sabe que vienen: Where the streets have no name y Born to Run.
No hay más que esas dos salvo que estemos hoy en el WiZink Center 15.000 fulanos. En ese caso hablamos de Flojos de Pantalón, el Born to Run de Carabanchel. El Welcome to the Jungle de Carabachel. El Livin on a prayer de Carabanchel. Toda esa mierda es guapísima pero es que nosotros somos de Carabanchel.
Rosendo es, por tanto, nosotros. Y mira que le toca los huevos que digamos eso. Pero uno no escoge su misión vital, sencillamente se la come. Rosendo, por otro lado, no dimite y no se jubila. Sencillamente hace lo que haríamos todos en nuestro sano juicio: Estrellarse contra todo lo que como fulanos queremos de él.