Se asistió a dos propuestas antagónicas de dos obras disímiles en carácter, expresión musical y medios empleados, y de las cuales mostró Gómez Martínez su perfecto conocimiento al dirigir una vez más sin partitura. En el Réquiem alemán de Brahms, obra estrictamente de exigencia y preponderancia coral, se impuso en gran medida sobre la orquesta la compacta cobertura del Coro de RTVE, en comunión natural con las voces del Coro de la Comunidad de Madrid, con las secciones de sopranos y tenores atacando con poderosa proyección y potencia vocal los ascensos más comprometidos de toda la exigente partitura. La lectura, de trazo largo, fue serena, contenida y no exenta de tensión y pulso dramático (sobre todo en los números 3 y 6, los de barítono y coro), dotada en general de tempos amplios y ampulosos, y revestida suficientemente de la requerida densidad orquestal, aunque en ocasiones muy escasamente equilibrada entre la abrumadora presencia de la masa coral y la discreción orquestal. Para mensurar balances, se optó acertadamente por que el coro cantase sentado el número 5 junto a la soprano Ruth Iniesta (que sustituyó a la inicialmente prevista Isabel Monar), cuya voz se reveló al principio destemplada y no especialmente cómoda con la bellísima parte, mientras que el barítono José Antonio López acusó en sus dos números tendencia a abrir los sonidos y a forzar excesivamente la voz.
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