El entonces arquitecto municipal de Rotterdam, W.G. Witteveen, ya había desarrollado en 1928, su plan para la reorganización de la ciudad central, propugnando la reserva de suelo para vías representativas más amplias y edificios institucionales. En 1941, tras la destrucción del centro de la ciudad volvería a proponerlo como esquema organizativo para la reconstrucción de la parte histórica. Sin embargo, las ideas de Witteveen no llegarían a fraguar por la excesiva rigidez de sus planteamientos estéticos, así como por los retrasos y conflictos generados por el sistema de control propuesto. La oposición de los empresarios más influyentes, organizados alrededor del grupo Kleine Kring y liderados por el industrial van der Leeuw, forzarían la retirada final de la concepción urbanística de Witteveen para la reconstrucción.
El urbanismo y la arquitectura de Rotterdam constituyen un inmenso esfuerzo colectivo para sacar el máximo provecho de los recursos comunes. Algo sin parangón en el mundo. Las arquitecturas que se muestran allí al visitante parecen surgidas de una forma casual cuando, por el contrario, son el resultado de una importante conjunción y combinación de energía creativa en la que la planificación urbanística ha tenido y tiene un papel decisivo.Una reflexión que se desprende de todo lo anterior es que la cualidad del espacio urbano que percibimos, es, siempre, consecuencia de las ideas que sirvieron a la reformulación del proyecto de ciudad. O, a su ausencia. Cuando hay una buena base de planeamiento en la que la necesaria interacción de los intereses privados confluye con el apoyo político para hacer que predomine la visión colectiva y el enriquecimiento global de todos, las ciudades tienen un resultado formal y social muchísimo más adecuado. La especial estética urbana ha surgido así en Rotterdam de una base ética comprometida con el interés común.
(Dedicado a los interns y trainees españoles que contribuyen al engrandecimiento de esa ciudad).