Round 1: Grecia 1, Acreedores 1

Publicado el 02 marzo 2015 por Monedarota @Monedarota

Hablar de boxeo implica hablar de un deporte de contacto, intenso y exigente; en el que los boxeadores se dejan hasta el último aliento en un ring acordonado por aficionados a favor y en contra de los dos combatientes. Lo que estos días ha sucedido en Europa ha sido una especie de combate de boxeo a lo grande, de varias semanas de duración y con unos luchadores exhaustos. Tanto Grecia como la UE han negociado una prórroga del segundo rescate que posibilita al país heleno coger aire y seguir con vida hasta el mes de junio. Una negociación cara, porque ha supuesto un gran desgaste (sobre todo a nivel económico) para el país griego, con caída significativa en el porcentaje de depósitos de particulares y empresas en entidades de crédito del país desde el mes de noviembre. Un combate que buscaba reivindicar lo imposible, dado el contexto actual de la UE: una flexibilización de la austeridad en Grecia.

Evolución de los depósitos del sector privado en Grecia.

La victoria democrática de Syriza ha puesto de manifiesto el surgimiento de un descontento social en Europa fruto de las políticas de austeridad que se han venido aplicado en el continente en los últimos años. La pobreza, la desigualdad, el desempleo y la corrupción han sido las justificaciones de cierto partidos (de corte populista) para inferir el cambio. La izquierda radical (por su carácter más crítico) ha sido la ideología que ha aglutinado a un mayor número de partidos dispuestos a irrumpir en el gobierno de algunas democracias en la Eurozona. La respuesta ha sido clara. Gobiernos encabezados por partidos conservadores como el de Alemania, Portugal y España se han alineado en el mismo bando (cuando hace no tanto discrepaban) para no perder sus privilegios.

Y es que las razones del debate entre Grecia (deudores) y la UE (acreedores) han trascendido de un escenario estrictamente económico a otro político, en el que las cuestiones reivindicativas de Tsipras y compañía preocupaban más por su envoltorio ideológico que por las condiciones del propio rescate. Si echamos un vistazo a los últimos datos macroeconómicos publicados, Grecia dista mucho de ser aquel país que estuvo a punto de la quiebra en 2012, a pesar de que su nivel de endeudamiento supera ya el 175% del PIB. La Comisión Europea establece las previsiones de crecimiento de Grecia en un 2,5% en 2015 y un 3,6% en 2016, lo que significa que con este escenario será difícil pensar en un ‘default’. A pesar de la elevada deuda.

Un buen indicador de que ‘el juego de la gallina’ (en el que han jugado alemanes y griegos estas últimas semanas) iba a tener un final feliz es la prima de riesgo. A pesar de la pequeña inestabilidad lógica y existente que se produjo en los mercados en los días de la negociación, el comportamiento de la prima de riesgo de países como España e Italia apenas ha variado (Var. Aprox. 15 puntos básicos en el último mes). Algo que no se aprecia en la prima de riesgo de Grecia. En este último caso la variabilidad de la prima de riesgo ha sido mucho más elevada (Var. 130 puntos básico en el último mes) aunque nada que sorprenda teniendo en cuenta la situación financiera del país griego.

No obstante a pesar de que había sintonía por entenderse nadie quería quedar como derrotado, y en este sentido, tanto Alemania, con Wolfgang Schäuble (que es quien ha liderado las negociaciones desde la UE), como Grecia, con Yanis Varoufakis (su homólogo griego) han aireado su relativo éxito con el acuerdo. Si echamos un vistazo a las propuestas griegas (aquellas que han sido finalmente aceptadas), sorprende la moderación de la mayor parte de las medidas teniendo en cuenta que Syriza es un partido de izquierda radical, mucho menos dispuesto a dejarse llevar. Junto con la liquidación de la ‘Troika’ (recordemos; FMI, CE y BCE), los griegos han conseguido tiempo (lo más importante) y cierta flexibilidad presupuestaria (aunque muy poca) centrada en aquellos grupos sociales débiles más expuestos a las durezas de la crisis. Por otro lado el Gobierno Griego, ha aceptado respectar las privatizaciones ya en proceso, así como revisar todas aquellas que estén pendientes. Fomentar el incremento de la recaudación fiscal mediante la lucha contra el fraude, desincentivar las prejubilaciones y acabar con la corrupción a través de una mejor política de transparencia. Si tuviésemos que decir quién ha ganado con estas propuestas, diríamos que ha habido un empate. 1 – 1 en el Round 1. A pesar de que visto con perspectiva, la posición griega tenía las de perder.

Muchas han sido las críticas que el gobierno griego ha recibido en su propio país. Por un lado, el Banco de Grecia ha instado a su gobierno a asumir los compromisos existentes con la Troika de cara a poner fin a la fuga de depósitos que lleva produciéndose (Según Citygroup, los bancos griegos han perdido 20.000 millones de euros en depósitos desde noviembre). Por otro lado, algunos miembros de Syriza, como el eurodiputado Manolis Glezos ha llamado a la movilización de los simpatizantes del partido por la ‘rendición’ de Grecia a la Troika. Es decir, nadie parece contento con la resolución final del ‘conflicto’ a pesar de que las condiciones benefician (más que perjudican) a Grecia, teniendo en cuenta su posición de deudora. 

Bajo mi punto de vista Tsipras y su gobierno han hecho lo que tenían que hacer. Negociar con los acreedores siempre es difícil (sobre todo si lo que les debes es 1,7 veces superior a lo que tu economía produce en 1 año). Por otro lado, el tiempo era un factor crucial. Tanto desde el punto de vista de la huida de capitales, como de los escasos días que quedaban para poner fin al segundo rescate. El hecho de poder negociar un 3º rescate de una manera más holgada, es decir, sin precipitaciones es un punto a favor de Grecia. Nadie quería perder esta batalla. Como hemos comentado, el rescate trascendía el terreno puramente económico. El auge de partidos políticos populistas en Europa es una inquietud tanto para Merkel, como para otros líderes europeos preocupados con perder el sillón. Cada día que pasa la austeridad está cada vez más puesta en duda, pero el orgullo de nuestros líderes es más fuerte si cabe. Nadie quiere perder un combate político. Las elecciones están a la vuelta de la esquina.