Cuando el río suena... es que viene repleto de historias. Eso es lo que quiso comprobar María de los Ángeles Rozalén Ortuño (Albacete, 1986) cuando decidió adentrarse en un viaje hacia el corazón de su propia familia para conocer su pasado y el de los suyos. Y desde hace ya unas semanas se puede degustar el resultado en forma de tercer disco.
"Ha sido un viaje muy bestia a mis raíces, a mi historia familiar y personal", confiesa a Mercadeo Pop antes de añadir que "hace un par de años" empezó a escribir canciones de sus "amores y desamores" para hacer otro disco, mientras se le "ponían delante" historias de su familia que le "apetecía contar". Esas son las que han acabado en Cuando el río suena... ya en tiendas y plataformas digitales.
Historias propias de amores y desamores, relacionadas con la memoria histórica y con un joven deportado a su pueblo materno injustamente señalado de relación con ETA y que fue acogido por su abuela. Y relata también la historia de amor de sus padres, tabú durante mucho tiempo por ser él sacerdote enamorado.
"Así empecé a preguntar a mi abuela y he terminado a volviendo a creeer en los fantasmas... porque escribí una canción sobre un desaparecido y acabé encontrando su nombre en un registro", explica sobre Justo, uno de los nuevos temas, en los que narra la historia de búsqueda del hermano mayor de su abuela, desaparecido en la Guerra Civil y al que han encontrado en una fosa común en Arganda del Rey.
"Me obesioné con Justo, con la vida de mi abuela y sus personajes", admite la artista, quien constata que "cuando uno sabe de donde viene se conoce más a sí mismo y sabe por donde tirar". "El disco habla de cosas que se criticaron mucho en el pueblo, que fueron tabúes. Lo bueno es hablarlo para normalizarlo", recalca.
Después de bromear asegurando que se ha dado cuenta de que es "mucho más interesante" su familia que "lo que hay alrededor fuera de casa", reflexiona un instante para apuntar que con este trabajo ha aprendido "mucho sobre la culpa, el odio, el rencor y el perdón". Y por eso recomienda "mirar al futuro, aprender de lo que pasó en el pasado para que no vuelve a ocurrir".
Asegura, además, que estas historias que ella ha convertido en canciones "están en muchas familias de España" porque, al final, "todos vivimos las mismas cosas". A su juicio, justo por eso es "bueno compartirlo" para relativizarlo.
La canción que abre el disco, La puerta violeta habla de la liberación tras una represión y pretende ser "un portazo al maltrato" a través de una regresión consciente a un lugar al que ella no quiere volver. "Es algo muy psicológico, son imágenes que puedes ver perfectamente y te das cuenta de que hay dolor detrás", admite.
Por eso subraya: "Estamos en un momento de posicionarse al hablar de igualdad y feminismo, que es sinónimo. Hay un montón de cosas aún por hacer, siguen asesinando a mujeres en casa. Tenemos que seguir dando pasitos y no tenemos que tener miedo a esa palabra. Es como decir 'adéntrate en el feminismo' porque eso significa que quieres la igualdad, no la superioridad de nadie".
Resulta complicado encasillar a Rozalén, pues ella misma se encarga de zafarse constantemente. Así, según su criterio, en este disco hay canciones que pueden recordar a gente tan diversa como Julieta Venegas, Izal o U2, con géneros que van de la canción de autor al pop rock, pasando por sonidos urbanos con atisbos de reggaetón e incluso hip hop.
Por si fuera poco, el álbum se cierra con Respect, una pieza de drum n' bass bastante juguetona que sin duda desconcertará a sus fans. "Quería algo muy de rave para decir abiertamente que no tengo prejuicios", bromea, para añadir: "Me flipa el drum n' bass, me encanta el punkarreo. Ese tema es como un resumen de todo y tengo una idea para desarrollarla un poco más en el directo".
Este eclecticismo también late en la única colaboración del disco, con su adorado Kevin Johansen como elegido para seguir ampliando horizontes. "Soziedad Alkoholika es de mis grupos favoritos, escucho desde hace mucho a Kase.O. En el Viña Rock he visto a todos desde los 17 años", señala para añadir que "toda la música de calidad es necesaria y de todo puedes beber".
Con semejante apertura de miras, avisa Rozalén de que si llega a un décimo disco igual canta habaneras que se pone a hacer música electrónica. "No lo sé. Yo quiero aprender y evolucionar. Quedarse en lo que ya funciona es un aburrimiento. No quiero acomodarme", remarca.
Para ese décimo álbum aún queda mucho tiempo y lo que tiene más cerca ahora mismo la albaceteña es la gira de presentación de Cuando el río suena..., que cuenta ya por ejemplo con dos fechas en el Teatro Circo Price de Madrid en noviembre.
"Es muy fuerte que sean dos fechas sin salir el disco", confiesa Rozalén, quien anticipa que desde el inicio de la gira el 2 de noviembre en Murcia, tiene "casi dos años cerrados de conciertos por aquí, Europa y América". Por ahora, confirmadas citas también en Cádiz, Valladolid, La Línea de la Concepción, Albacete, Alicante, Valencia y Barcelona.
Y se muere de ganas de volver a la carretera: "Tengo más ilusión que nunca, aunque este sea el tercer disco y lleve ya mucha tralla sin parar. Estoy como loca y con este disco me siento segura y más valiente que nunca. He dicho cosas que antes me daría miedo decir. Ahora ya no tengo miedo. Hay que hablar de las inseguridades y las debilidades de cada uno".
ENTREVISTA PUBLICADA ORIGINALMENTE POR David Gallardo EN EUROPA PRESS